Mujeres inspiradoras que han allanado el terreno de la ciberseguridad

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Los ojos y la nariz de una mujer con gafas bañados por la luz azul de la pantalla de un ordenador.

De los casi cuatro millones de personas que trabajan en ciberseguridad en todo el mundo, el 75 % son hombres. Hay algunas razones bastante obvias para este enorme desequilibrio de género, pero el Foro Económico Mundial identificó un escaso conocimiento del sector, la falta de mentores y modelos a seguir y el síndrome del impostor como tres cuestiones clave a la hora de atraer a nuevas contrataciones de mujeres y personas no binarias.

Zoë Rose, Information Security Team Lead, y Sakina Asadova, Offensive Security Expert, trabajan en Canon EMEA desde los Países Bajos. Son profesionales de ciberseguridad muy respetadas y con gran experiencia, y ambas fueron nominadas a los premios «Most Inspiring Women in Cyber 2022». La pareja habla con VIEW sobre cómo llegaron a formar parte de este sector que les encanta, algunos de los retos a los que se enfrentaron y consejos para quienes quieran seguir sus pasos.

¿Cómo llegasteis a dedicaros a la ciberseguridad?

Zoë: Siempre fui una persona curiosa que preguntaba «¿por qué?», pero era muy insegura y nunca pensé que era lo suficientemente buena para la tecnología. Sin embargo, durante una época extremadamente difícil de mi vida, utilicé la tecnología para superarla. Así que fue una mezcla de niña tímida, que quería dedicarse a algo en donde no tuviera que estar rodeada de gente, y de aprender las habilidades que requería para protegerme, con el objetivo de ser la persona que necesitaba ser. Cuando monté mi propio negocio en Canadá, era «proveedora de servicios gestionados» porque donde crecí, la ciberseguridad no era un sector aislado, sino que estaba integrado en las IT. La razón principal por la que comencé mi negocio en Canadá fue porque entonces me resultaba difícil conseguir un trabajo en el sector de la tecnología siendo mujer.

Entonces me mudé a Reino Unido. Oficialmente me convertí en encargada de seguridad, aunque sigo considerando el trabajo que hacía en Canadá como seguridad, a pesar de que eran casos de uso muy diferentes: me ocupaba de la infraestructura de redes y entornos. Cuando me mudé, tenía que seguir protegiendo la red. Tenía que seguir protegiendo el entorno. Tenía que seguir concienciando y explicando por qué la seguridad era importante. Pero también trataba con particulares con alto poder adquisitivo, gente con un perfil muy alto y famosos. No se trataba solo de crearles un entorno seguro, sino de averiguar qué funcionaba para sus estilos de vida e investigar cuándo las cosas no iban según lo previsto. Así que tuve que hacer investigaciones muy interesantes, situaciones en las que una persona normal no se encontraría.

Sakina: Estudié informática después del instituto, y entonces me di cuenta de que tengo la capacidad de detectar lo que está mal, sobre todo en software. Así que, por ejemplo, estaba desarrollando aplicaciones móviles para mi licenciatura y me di cuenta de que buscaba de forma automática lo que podía fallar. En ese momento pensé: «Vale, parece que puedo hacerlo, así que ¿por qué no valoro esta opción?» En ese momento, el ciberespacio no tenía mucho éxito, y ni siquiera sabía si había opciones de estudio disponibles. Pero ya me interesaba la piratería informática, y como te puedes imaginar es un mundo en el que predominaban los hombres. No se esperaba que las chicas se interesaran por la piratería informática ni participaran en actividades que implicaran irrumpir en sistemas informáticos y pasar días o noches delante de un ordenador, tratando de encontrar algún tipo de puerta trasera.

Encontré una beca universitaria sobre el ciberespacio, y la solicité. Obtuve la beca y me admitieron en la facultad. Y ahí empezó mi viaje, fue como un nuevo comienzo. Por supuesto, puedes optar por la defensa o la ofensiva, depende de ti, pero cuando empecé, no sabía lo que quería hacer. En mi clase había unos 20 alumnos y yo era la única chica. Sabía que iba a ser difícil, pero quería ir a por ello. Me motivaban todos esos cerebritos y quería ser uno de ellos, no solo porque soy mujer, sino porque estudiaba junto a personas que llevaban en esto desde los once o doce años y eso me inspiraba a trabajar aún más, porque quería ser al menos tan buena como ellos, o mejor.

Mujer sentada a una mesa mirando su portátil. Lleva jersey de cuello alto color mostaza, cazadora motera negra y gafas de montura negra.

El Foro Económico Mundial identificó el escaso conocimiento del sector, la falta de mentores y modelos a seguir y el síndrome del impostor como tres cuestiones clave a la hora de atraer a nuevas contrataciones de mujeres y personas no binarias.

Es interesante que ambas descubristeis vuestras aptitudes por vosotras mismas sin ningún tipo de guía o modelo a seguir. ¿Hizo esto que vuestra trayectoria profesional fuera más difícil?

Zoë: Tienes que trabajar más duro. Al principio de mi carrera, si no sabía la respuesta a algo, no podía admitirlo porque entonces me juzgarían, tenía que estudiar mucho. Mientras que ahora tengo más de diez años de experiencia en el sector y puedo decir con confianza: «esa no es mi área de especialización» o «déjame investigar y te contesto». Porque en el pasado he visto que no se dudaba de mis compañeros y se cuestionaban mis conocimientos. Básicamente tenía que demostrar mi existencia. De hecho, acabo de empezar con un amigo un podcast llamado The Imposter Syndrome Network (La red del síndrome del impostor). Hablamos sobre las carreras profesionales de la gente y los retos a los que se han enfrentado y cómo los han superado. Y creo que así es como afronto lo que soy. En realidad soy una persona muy tímida, cosa que nadie cree porque soy comunicativa en el sector y extrovertida en las conferencias.

¿Cómo afrontasteis el hecho de tener que trabajar más que vuestros compañeros?

Sakina: En nuestro entorno de trabajo actual, no tenemos que demostrar constantemente nuestra valía, pero lo que puede quemarte de verdad es cuando no tienes las mismas oportunidades de cometer un error que tus compañeros. Porque, Dios no lo quiera, si cometo un error, ¡estoy representando a todas las mujeres del sector! A menos que seas perfecta, se pueden cuestionar tus conocimientos y eso puede conducir a una especie de agotamiento. Pero, ¿cómo evitarlo? Solo tienes que aceptarlo y aprender que también está bien que cometas errores y, si estás segura, siempre puedes añadir un descargo de responsabilidad: «Mi opinión es subjetiva. Puede que no sea la respuesta perfecta, pero es la que tengo ahora mismo».

Zoë: Es una buena observación. Algo que tuve que aprender fue «progreso, no perfección». Y así lo hice. Me preocupaba tanto cometer un error que investigué mucho por mi cuenta. Mientras que en nuestro equipo ahora mismo, si me hacen una pregunta y simplemente no puedo dar una explicación inmediata, sé que puedo pedir a un compañero que intervenga. Y lo harán estupendamente bien, sabiendo que necesito ayuda en ese momento y, ya sabes, es una experiencia tan diferente a la que he tenido en mi carrera. Es como, «Espera, ¿te conformas con responder por mí? ¿De verdad? ¿Sin cuestionarme?» Es una experiencia increíble.

En el pasado he visto que no se dudaba de mis compañeros y se cuestionaban mis conocimientos. Básicamente tenía que demostrar mi existencia».

¿Es justo decir que a las dos os encantan los retos?

Sakina: ¿Por qué si no te torturarías así todos los días? [risas] Quiero decir, te tienen que encantar. Porque, al menos para mí, este tipo de trabajo puede resultar incómodo cada día. Tienes que ser creativa; tienes que encontrar algo que otro no haya podido encontrar, ¿verdad? Tienes que estar siempre preparada. Mirar desde diferentes perspectivas. A veces, puede que necesite tomarme un descanso, resolver un problema distinto o atender mis correos electrónicos antes de volver a la tarea con una perspectiva nueva y posibles nuevas ideas que probar. Cuando puedo pensar de forma diferente, me motiva aún más. Al fin y al cabo, me gusta usar mi cerebro para resolver nuevos problemas y, sin duda, disfruto de los desafíos que se presentan en el camino. Es como «estirar» mi cerebro. ¿No aprender nada nuevo un día? Eso me quemaría.

Zoë: Me gusta ser la persona menos cualificada de la sala. Porque si eres la persona más inteligente, siempre dicen que eso significa que estás en la sala equivocada. Pero, ¿a qué nos referimos realmente? Significa que no estás creciendo, que no estás viendo las demás ideas. Si eres la persona más inteligente de la sala, estás poniendo límites a tus conocimientos. Y eso, para mí, es horrible. No quiero saberlo todo. Quiero sentir que necesito aprender más y quiero crecer. Estar rodeada de gente muy inteligente me hace feliz.

¿Veis más mujeres en el sector hoy en día?

Zoë: En comparación con cuando empecé, sin duda. Ahora mismo, estoy en una posición privilegiada, ya que soy un poco más veterana en mi puesto y conocida en el sector. Pero, básicamente, siempre intento trabajar para ser la persona que necesitaba ser. Trato de ser una persona segura para hacer preguntas y dar consejos, y cuando observo el sector veo eso cada vez más. De hecho, lo que más me gustó del premio «Inspiring Women in Cybersecurity» fue la cantidad de mujeres a las que podía nominar. Antes me sentaba y nominaba a otra mujer solo porque sabía que existía. Ahora, en cambio, tardé tres días en nominar a todas las mujeres que quería.

No se esperaba que las chicas se interesaran por la piratería informática ni participaran en actividades que implicaran irrumpir en sistemas informáticos y pasar días o noches delante de un ordenador, tratando de encontrar algún tipo de puerta trasera».

¿Qué le diríais a las mujeres y a las personas no binarias que estén pensando en dedicarse a la ciberseguridad? ¿Qué consejo les daríais?

Zoë: Si intentara convencer a alguien de que esta es una profesión realmente buena, le preguntaría si le gusta investigar el porqué. ¿Por qué ocurre algo? ¿O por qué algo no funciona? Replantearse las cosas de esta manera marcó una gran diferencia para mí. No preguntaba «¿Cómo puedo solucionarlo todo?», sino «¿Cómo puedo mejorarlo?». Tampoco «¿Cómo puedo hacerlo perfecto?». Porque eso es imposible. Y puede ser cualquier cosa, desde mejorar el backend tecnológico hasta optimizar la configuración para que sea más eficiente o más segura. Se trata de pensar qué es esto y para qué lo estoy diseñando o de qué lo estoy protegiendo.

Además, recuerda que tienes una comunidad fuerte que te respalda, así como su apoyo para protegerte si algo falla, porque las cosas fallan. Quiero decir, he cometido errores importantes en mi carrera, pero ahí es donde más aprendí. Por lo tanto, crear una buena comunidad presencial es una parte fundamental de mi carrera profesional, ya que las redes sociales hacen un gran trabajo a la hora de crear esta visión sesgada, que casi solo muestra el éxito y la perfección, lo que creo que potencia el síndrome del impostor. Tu comunidad hace que sea más fácil entender y poner las cosas en contexto. Y, como seres humanos, nos gusta celebrar juntos y colaborar.

Y otro consejo que les daría es valorar su diversidad, porque creo que la diversidad es una parte importante del éxito de la seguridad, pero no se entiende bien. También incluye habilidades, perspectivas, trasfondos económicos, diferentes trayectorias profesionales. Alguien con formación jurídica y un hacker ético tendrían grandes habilidades, pero también perspectivas variadas, y podrían equilibrarse entre sí.

Sakina: Cuando empecé, estaba asustada. Tenía mucho miedo de no ser lo suficientemente buena, así que me esforcé mucho. Lo que yo diría es que no pasa nada por tener miedo. No tienes por qué saber todas las respuestas cuando empiezas. He visto gente, especialmente mujeres, que dicen: «Nunca voy a ser lo suficientemente buena». Siempre habrá alguien que haya empezado antes que tú, que sepa mucho más que tú. No pasa nada, no es una competición. Puedes aprender de esas personas. Quiero decir, ¿por qué no aprovechar la oportunidad? Tal vez solo hablar de tus dificultades o inseguridades ya ayudaría. No tienes por qué ser perfecta. Solo tienes que sentirte un poco segura de lo que haces. Y cada día aprenderás algo. No tiene por qué asustarte. Al final del día, con el cerebro completamente «estirado», ¡eso sí que es una alegría!

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