Los jóvenes refugiados comparten un nuevo idioma

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Decenas de fotografías enmarcadas en tres estantes, uno encima del otro.

¿En alguna ocasión te has sentido solo en un nuevo lugar, rodeado de gente a la que no conoces? ¿Puede que no estuvieras familiarizado con el idioma local? ¿Y tenías un poco de ansiedad porque no sabías a dónde ibas o cómo preguntar? ¿Te sentiste un poco vulnerable, incluso siendo adulto? Pues imagina que estás en la misma situación, pero eres un niño. Y no solo un niño, sino que puede que no tengas padres o cuidadores que te ayuden.

Es una realidad aterradora para muchos jóvenes refugiados cada año, que buscan seguridad y una vida mejor. Viajan muchos kilómetros para encontrarla, desde distintos países. Con frecuencia acaban en lugares en los que no pueden comunicar sus necesidades y simplemente tienen que confiar en que llegue algo de ayuda. Por suerte, cuando llegan a Gante (Bélgica), hay muchas organizaciones y redes de apoyo que les ayudan a adaptarse a su nuevo entorno.

«A veces, algunos de estos niños han viajado durante semanas o meses en condiciones terribles», explica Filip Vandenbempt, nuestro responsable jefe de Comunicaciones Corporativas y Servicios de Marketing en Benelux. «Y por eso Lieve Blanquaert, nuestra embajadora de Canon, recurrió a nosotros junto con un coordinador de la escuela OKAN para ver si podíamos ayudarlos a procesar por lo que habían pasado y conectar con su nuevo hogar mediante la narración visual».

OKAN (Onthaalklas voor Anderstalige Nieuwkomers) es un programa de aprendizaje del idioma neerlandés, adaptado específicamente a las experiencias de los recién llegados preadolescentes y adolescentes a través de Stedelijk onderwijs Gante (Educación Urbana de Gante), una red de escuelas locales.

El objetivo de OKAN es dar a conocer a estos jóvenes su nuevo idioma, entendiendo y teniendo en cuenta en primer lugar las circunstancias a menudo traumáticas en las que han llegado a Gante. Sin embargo, cuando los estudiantes entran en clase por primera vez, a menudo ni siquiera tienen un idioma compartido para comunicarse, por lo que la introducción de imágenes en sus clases tenía mucho sentido.

Ocho imágenes impresas de varias escenas y personas colgadas en una pared con cortinas rojas.

Los estudiantes organizaron una exposición de sus fotografías, en la que mostraron sus nuevas habilidades y dieron a los visitantes la oportunidad de vislumbrar el mundo a través de sus ojos.

La idea de Lieve era, en primer lugar, usar imágenes familiares como materiales de referencia, para ayudar a estos jóvenes a aprender neerlandés. Pero, en segundo lugar (y puede que más importante), que pudieran hablar de sus vidas cuando actualmente no tienen las palabras necesarias para hacerlo. En resumen, usar una cámara para compartir sus propias historias y lo que es importante para ellos, que es precisamente para lo que se han diseñado nuestros Young People Programmes.

No obstante, cuando entramos en un aula para preparar y realizar nuestros talleres, normalmente sabemos que algunos aspectos serán básicamente los mismos y estos son los fundamentos del programa, sin importar el lugar en el que se realice. Mostramos a los estudiantes cómo usar la tecnología de Canon, lo que incluye nuestras cámaras, y los ayudamos a explorar la teoría de la narración. Luego, les pedimos que apliquen lo que han aprendido para explorar un tema que tenga un significado real para ellos.

Pero en OKAN, nuestro enfoque habitual necesitaba algunos ajustes para compensar la falta de un idioma común entre los tutores y los estudiantes, y entre los mismos estudiantes. Además, muchos estudiantes de OKAN nunca han recibido ningún tipo de escolarización, por lo que sus habilidades de lectura y escritura son variables. «Aquí, la fotografía se utiliza para aprender los conceptos básicos del idioma», dice Filip. «Pero también para ayudar a los jóvenes a comunicarse entre sí y que se convierta en un idioma que pueden compartir desde ya».

Jóvenes fotógrafos de OKAN posan orgullosamente para la cámara en su exposición.

Jóvenes fotógrafos de OKAN posan orgullosamente para la cámara en su exposición.

Cuando tienen la edad de estar en educación secundaria, como es el caso de estos estudiantes, es el momento de que aumenten su confianza y disfruten de una sensación de responsabilidad y voluntad. Pero, para muchos de los refugiados que acaban en OKAN, es algo que está o ha estado fuera de su control, por lo que les resulta difícil encontrar esa sensación de empoderamiento en sus propias vidas. De hecho, uno de los momentos más conmovedores de este Young People Programme se produjo cuando los estudiantes tomaron prestadas las cámaras para poder captar sus propias historias fuera del aula. «Les pedimos que firmaran la retirada de las cámaras antes de poder llevárselas a casa», recuerda su profesor. «Y se sorprendieron mucho porque pensaban que eran solo para el aula. Para muchos de ellos, era la primera vez que se les pedía que firmaran un documento 'oficial'. O que asumieran la responsabilidad de algo tan valioso. Fue muy importante para la confianza en ellos mismos».

El equipo de Canon Bélgica y Lieve volvieron a OKAN en varias ocasiones, con cámaras e impresoras para que los estudiantes pudieran tener copias físicas de sus imágenes. Y conforme mejoraron sus conocimientos y su dominio del idioma, pudieron plantear preguntas más técnicas y convertirse posteriormente en fotógrafos más capacitados. Su confianza aumentó hasta el punto en el que organizaron independientemente su propia exposición fotográfica en las instalaciones de la escuela, invitando a todos sus simpatizantes y amigos, además de a varios personajes importantes, como el alcalde de Gante, Mathias De Clercq, que posó feliz en selfis con los estudiantes. Todo, desde la lista de invitados hasta la decoración e incluso las bebidas de bienvenida, fue planificado por los estudiantes.

El aprendizaje de estos nuevos idiomas les aportó una sensación de confianza en uno mismo, que crea una sensación de posibilidad. Todas las imágenes compartidas durante el tiempo que pasaron en el Young People Programme ayudaron a todos en OKAN, y más allá, a conocerse mejor entre sí y a ofrecer un contexto importante para sus profesores («Nunca había conocido tan bien a mis estudiantes, porque la fotografía fue un vehículo para aprender a hablar neerlandés y contar sus historias». Esto, a su vez, ayudó con su educación, además de a contar historias que abrieron muchos ojos, corazones y mentes. Los estudiantes de OKAN utilizaron sus cámaras como herramientas para generar confianza, conexión y comunidad, una base sólida para la siguiente etapa de su viaje: la madurez.

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