Fotografía para uno mismo

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Una selección de fotografías en color no relacionadas superpuestas. Se ven la parte delantera de un par de playeras, una parte de una casetera, un bosque neblinoso, una taza amarilla sobre un libro rojo, una modelo en un barco antiguo y una playa moteada por la lluvia.

¿Quién eres?

¿No son siempre las preguntas aparentemente más sencillas las más difíciles de contestar? Responder «¿quién eres?» puede requerir una gran cantidad de investigación y de búsqueda personal, pero es esencial para comprender tu identidad personal y puede ser beneficioso para tu sentido del valor, tu autoestima y tu salud mental. Muchos buscan terapia o asesoramiento como ayuda en lo que puede ser un viaje bastante emocional. Pero, ¿y si la idea de compartir tus pensamientos más internos te hace sentir profundamente incómodo? ¿O si simplemente no te comunicas de esa manera?


El doctor Neil Gibson lo sabe muy bien. Ahora es profesor sénior en la Escuela Universitaria Robert Gordon de Estudios Sociales Aplicados, pero como profesional del trabajo social ha trabajado con muchos niños y adultos vulnerables para ayudarles a superar los desafíos de sus vidas diarias. El establecimiento de su identidad puede ser un primer paso fundamental para superar sus turbulentas vidas y las circunstancias que escapan a su control. Sin embargo, a veces es algo que no resulta nada fácil, ya que todo, desde las barreras lingüísticas hasta la neurodivergencia y el trauma, puede afectar a lo mucho o poco que una persona puede compartir o está dispuesta a compartir.

El doctor Gibson descubrió el poder de la fotografía de primera mano cuando, en un encargo en el que trabajó con solicitantes de asilo en Bélgica, les dio su cámara para documentar la vida en su centro de acogida. Esperaba que las imágenes obtenidas pintaran una imagen triste de sus circunstancias. «Pero cuando llegaron todas las fotografías, estaban centradas en aspectos muy positivos de la vida. Y esa fue mi primera experiencia utilizando la fotografía para explorar tu situación».

Cinco personas sentadas en sillas en círculo mientras hablan. Detrás de ellas hay dos ventanas por las que entra la luz y una planta de hojas verdes en primer plano a la izquierda.

La fotografía terapéutica tiene grandes beneficios para el trabajo en grupo por su capacidad para servir de catalizador para el debate.

La idea de usar la fotografía en terapia no es para nada nueva y el doctor Gibson ha investigado una variedad de prácticas diferentes. «Hay una llamada fototerapia, en la que los terapeutas utilizan fotografías para ayudar a las personas a proyectar sus sentimientos y emociones», explica. «Pero hay otra vía llamada 'fotografía terapéutica' que aquellos que trabajan con personas vulnerables y de difícil acceso utilizan en el trabajo en grupo, para ayudarlas a empoderarse, darles voz y fomentar la autoestima y la autoeficacia». En ese momento, la forma en que se utilizaba era bastante estructurada y el doctor Gibson utilizó sus estudios de doctorado como una oportunidad para «ofrecer algún tipo de exploración gradual para que las personas se acerquen a la fotografía y la utilicen para explorar realmente todos esos diferentes niveles de su vida, empezando por la imagen de uno mismo, hasta la interpretación del entorno y la sociedad». Ahora imparte el primer curso de fotografía terapéutica del mundo para asesores, terapeutas, trabajadores sociales e instructores. Pero, ¿qué implica? ¿Y cómo sirve de ayuda?

Proporciona seguridad

El doctor Gibson utiliza la fotografía terapéutica durante el trabajo en grupo y es una forma increíblemente eficaz de compartir sin ponerte en el foco de atención. «En el primer ejercicio, pido a las personas que busquen una imagen en su teléfono o cámara que les encante y que luego la compartan con la persona que tienen al lado y le hablen de la fotografía. Al instante, se siente como algo muy seguro: 'He elegido esa fotografía; he elegido qué contar sobre esa fotografía'», explica. Son esos sentimientos de control sobre el proceso y no estar en el foco de atención los que hacen que una persona empiece poco a poco a hablar sobre la imagen que ha elegido, que refleja un aspecto de su identidad. Es mucho menos intimidante que pedirle a alguien que simplemente le cuente a todo el mundo que hay en la sala algo sobre él mismo, ya que a menudo hablará de su trabajo o de algo igual de obvio.

Permite afrontar los sentimientos poco a poco

Pide a un grupo que hable de sus emociones y los resultados serán mixtos. En gran parte, no es algo de lo que las personas quieran hablar abiertamente. Un ejercicio que el doctor Gibson utiliza normalmente es pedir al grupo que haga fotos que representen seis emociones diferentes. Mostrar un sentimiento en imágenes parece fácil, incluso aunque los resultados sean con frecuencia muy personales. Las imágenes sirven de inspiración para las conversaciones, animando al grupo a compartir opiniones sobre su mundo y sobre las cosas que ven. Es algo que tiene una cualidad abstracta que permite a los miembros del grupo hablar tanto o tan poco como necesiten en ese momento. Sus fotografías no irán a ninguna parte y estarán ahí cuando estén preparados.

«Se trata de reunir a personas que normalmente se sienten marginadas o no tienen voz en otros aspectos. Es decir, reunir a las personas para darles una voz a través de la fotografía».

Conecta a las personas sin presiones

Si hay diez personas en un grupo que no se conocen de antes, sin duda, al menos al principio, se sentirán cohibidas e inseguras de lo que decir o hacer. Sin embargo, los ejercicios se han diseñado para que cada participante tenga espacio para contribuir. «Se centra mucho en las personas», explica el doctor Gibson. «También es fenomenológico, porque estás explorando quién eres tú y qué significa ser tú, y las personas se ayudan entre sí en la exploración. Estás mostrando imágenes a los demás y obteniendo una respuesta, además de información acerca de cómo han afrontado problemas similares. Es un proceso muy dinámico». El doctor Gibson suele pedir al grupo que haga fotos sobre el tema «mi espacio seguro» y recuerda un grupo que compartió varias imágenes de cortinas cerradas. «Esto llevó a una conversación acerca de '¿y si…?'. ¿Y si veo tus cortinas cerradas? ¿Qué quieres que haga?». Posteriormente, el grupo habló sobre estrategias útiles y de apoyo.

Te hace verte a ti mismo en el contexto de tu vida

Las imágenes cuentan historias. Por eso, tiene sentido que las imágenes que compartes con los demás en un entorno terapéutico te ayuden a ver tu vida a través de puntos de vista diferentes. «Puedes pensar en cómo la gente te interpreta como persona en la sociedad en general», explica el doctor Gibson. «Y en futuros ejercicios empezarás a analizar la historia de tu vida». Puede tratarse de hacer varias fotos que representen un día típico en tu vida y luego poner en cuestión esa rutina. En otro, puedes fotografiar algo que no te guste nada y hablar sobre su desaparición de la faz de la tierra. Las conversaciones derivadas de estos ejercicios pueden decirte mucho sobre ti mismo.

Además de impartir su curso de posgrado en fotografía terapéutica, en su propio trabajo, el doctor Gibson ha utilizado estas técnicas con un gran número de grupos y personas. Durante la pandemia, organizó un grupo online para personas que habían perdido a un ser querido por el virus, «explorando el impacto en su identidad y dejando que las personas tuvieran tiempo para ellas mismas». También ha observado que personas con problemas de abuso de sustancias, enfermedades de larga duración, cuidadores informales y jóvenes autistas se benefician de la fotografía terapéutica. «Uno de sus objetivos fundamentales es el empoderamiento. Se trata de reunir a personas que normalmente se sienten marginadas o no tienen voz en otros aspectos. Es decir, reunir a las personas para darles una voz a través de la fotografía». Pero resalta que puede ser beneficioso para «cualquier persona a la que le guste la fotografía y tenga interés en la exploración personal».

El certificado en fotografía terapéutica del doctor Gibson se puede obtener únicamente en la Universidad Robert Gordon. Sin embargo, el número es limitado. También es el autor de un popular libro sobre la materia, «Therapeutic Photography: Enhancing Self-Esteem, Self-Efficacy and Resilience», que puedes adquirir en tu librería preferida.

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