Un horizonte diferente: el proyecto con tiburones que despierta el amor por las ciencias

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Mujer con camiseta azul y gorra negra sujetando un pequeño tiburón gris sobre la superficie blanca de una embarcación, mientras varias personas sentadas y de pie observan a su alrededor. Una sostiene una manguera blanca con la que rocía agua sobre el tiburón.

«Estamos hablando de que llevan en el planeta entre 400 y 450 millones de años. Y, para ponerlo en contexto, son más viejos que los árboles…».

Los tiburones son más viejos que los árboles. Incluso sin seguir leyendo, probablemente todos hayamos aprendido algo hoy. Pero un día en la vida de la profesora Catherine Macdonald es tan fascinante que es probable que quieras saber más. Como profesora adjunta de investigación y directora del Shark Research and Conservation Program (SCR) en la Rosenstiel School for Marine, Atmospheric, and Earth Science de la Universidad de Miami, de forma regular lleva a jóvenes científicas a que se encuentren cara a cara (¿o deberíamos decir «cara a hocico»?) con decenas de especies de tiburones.

Solo el mes pasado, Catherine y su grupo conformado solo por mujeres del SCR se reunieron con 12 estudiantes y un equipo de Canon USA, incluida la estudiante de grado de la escuela Rosenstiel de la Universidad de Miami, fotógrafa y compañera de Canon, Hannah Heath, mientras atrapaban y liberaban a seis tiburones en la bahía Vizcaína de Miami. Pero eso es lo habitual para el grupo, que invita regularmente a mujeres jóvenes y chicas a participar en una importante iniciativa llamada FINS (Females in Natural Sciences), en la que las estudiantes no se limitan a sentarse y mirar, sino que, durante el día en la embarcación, practican con todos los tiburones que atrapan.

Es la oportunidad de mentoría más increíble ya que, a pesar de tener solo entre 10 y 17 años, pueden ayudar a la tripulación mientras pescan tiburones vivos en el mar para examinarlos y etiquetarlos. «Nos ayudan a mantener al tiburón mojado durante el chequeo, realizan mediciones esenciales, cortan pequeñas muestras de tejidos de la aleta y etiquetan a los tiburones», explica Catherine. Todo el proceso es extraordinariamente rápido y Catherine es conocida por compararlo con una parada en boxes en una carrera de Fórmula 1. Sin duda es fácil ver el paralelismo. Entre cinco y siete minutos es el tiempo habitual que se tarda en sacar el tiburón del agua, tumbarlo sobre la plataforma de reconocimiento de la popa y llevar a cabo la recopilación de todos los datos necesarios.

Grupo de graduadas del Shark Research and Conservation Program (programa de investigación y conservación de los tiburones) sujetando el cuerpo de un pequeño tiburón punta negra sobre la plataforma de chequeo blanca de una embarcación. Una sostiene la cabeza y dos el cuerpo y la cola. El tiburón también tiene una cinta métrica desde el hocico hasta la cola. Participante de FINS rociando agua de mar con una manguera sobre la cabeza y el cuerpo del tiburón durante el proceso de chequeo completo.

El programa FINS (con la ayuda de Canon Solutions America) ofrece a chicas de educación secundaria de comunidades con pocos recursos de Miami una emocionante experiencia práctica a través de la mentoría proporcionada por mujeres docentes y estudiantes graduadas de la escuela Rosenstiel de la Universidad de Miami. Esto demuestra la importancia de la responsabilidad medioambiental y el apoyo a las mujeres en el campo de las ciencias del mar.

El equipo de Catherine trabaja en perfecta armonía y enseña a las estudiantes cómo colocar al tiburón y rociar agua del mar sobre él, para que esté tranquilo y relativamente cómodo. Juntas, comprueban si el tiburón tiene parásitos, toman muestras de sangre y tejidos, y realizan ecografías en tiburones hembra de no solo uno, sino dos úteros (los tiburones hembra tienen dos, un dato excelente que tener a mano desde cualquier punto de vista). Finalmente, el tiburón se etiqueta y se devuelve al mar. Decir que es un proceso en el que se requiere mucha energía sería quedarse corto, especialmente en el caso de un tiburón nodriza de 90 kilos, pero Catherine demostró tener una técnica de manipulación experta mientras lo examinaban. Es importante señalar que estas muestras mínimamente invasivas no son perjudiciales para el tiburón y tienen una importancia vital para ampliar nuestro conocimiento de su biología y ecología. Y la velocidad a la que trabaja el equipo del SCR es deliberada, para mantener al mínimo cualquier tipo de angustia.

Siempre hay alguien del equipo que documenta todo el procedimiento con una cámara Canon EOS R5 C, que permite cambiar entre fotografías y vídeo siempre que es necesario. El apoyo de Canon USA a la escuela Rosenstiel de la Universidad de Miami es importante, porque la documentación no solo es necesaria para que su trabajo se conozca, sino también para su investigación. «Actualmente tenemos estudios en los que se analiza lo que llamamos la 'morfología funcional animal'. Es decir, ¿cuál es la forma y la estructura del cuerpo de un animal? ¿Y qué puede decirnos eso sobre cómo funcionan en el entorno?», explica Catherine. «Una imagen de la forma de la cabeza de un tiburón martillo, las lesiones por parásitos en el lomo de un tiburón punta negra o las fotografías de heridas por apareamiento, pueden ayudarnos a conocer mejor la salud, la reproducción, el uso del hábitat y la función de los tiburones».

La profesora Catherine Macdonald sentada con las piernas cruzadas en la cubierta de una embarcación delante de estudiantes sentadas que le sonríen mientras habla con ellas.

«Me encanta cuando tienen la posibilidad de brillar», dice Catherine. «No eres una buena mentora si captas toda la atención sobre ti misma».

Para las estudiantes, es realmente impresionante formar parte de este tipo de trabajo sobre el terreno. Evidentemente, no solo es extremadamente fantástico estar tan cerca de los tiburones, sino que estas mujeres jóvenes y chicas reciben suficiente formación para realizar tareas importantes de recopilación de datos que contribuyen directamente a la investigación actual de la Universidad de Miami. Este es el tipo de emoción que importa, ya que precisamente el objetivo de FINS es mostrar a la nueva generación de científicas que su trabajo es algo que son capaces de hacer y es una vocación y una profesión en la que encajan sin duda.

Y Catherine entiende completamente cómo pueden sentirse al explorar una carrera en ciencias. «En mi campo se han hecho grandes avances para que sea más inclusivo con las mujeres y las personas de color, de modo que haya más espacio para ellas. No obstante, de manera abrumadora, las personas mayores en mi campo son mucho menos diversas que mi equipo actual de graduadas», comenta. «Y así, aunque no puedo asegurar que todos los estudiantes nunca encuentren barreras, quiero contribuir a que el campo de las ciencias marinas sea seguro y acogedor para todos».

Más de veinte personas del grupo y jóvenes de pie en la parte trasera de una embarcación que se desplaza velozmente por el agua. Todas están sonriendo y cogidas de la mano, con los dedos extendidos y ambos pulgares tocándose.

«Si les preguntas a las estudiantes, especialmente a las de cursos superiores (graduadas en biología y ecología), qué les llevó a elegir las materias que quieren estudiar, muchas de ellas te dirán que las experiencias trabajando sobre el terreno», comenta Catherine.

Como refrán: «No puedes ser lo que no puedes ver», aunque el programa FINS va un paso más allá, dando a las científicas experimentadas la oportunidad de mostrar de primera mano a la nueva generación de lo que son capaces. No se endulza nada ni hay innumerables discursos inspiradores, solo la realidad de trabajar como científica marina. Esperando lo inesperado, algunos días se necesita mucha paciencia («decimos a las estudiantes de secundaria que se llama pescar y no capturar por un motivo», dice Catherine sonriendo) y otros se trabaja sin descanso mientras va apareciendo un tiburón tras otro en la embarcación.

Pero si hay algo seguro es que Catherine y su equipo se centran en cambiar las percepciones, tanto en torno a quién trabaja con los tiburones como a estos en sí. «Hay más de 530 especies de tiburones en el planeta», señala. «Y la gran mayoría no son muy grandes. No se ajustan a la idea del aspecto que tiene un tiburón, lo que incluye reconocer su vulnerabilidad. Por eso, parte de nuestro trabajo es que las personas tengan la oportunidad de ver a los tiburones de una forma diferente».

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