Es cosa de todos: por qué el mundo es un lugar mejor cuando los agentes del cambio cuentan sus historias

Algunas ceremonias de premios tienen menos que ver con alfombras rojas y más con hilos rojos. Los Premios de Acción de los ODS de las Naciones Unidas son precisamente este tipo de eventos. Se celebran cada año, rindiendo homenaje a las personas y a las iniciativas que están impulsando un cambio positivo en el mundo. Y al hacerlo, los une, creando una red global de personas apasionadas que hacen cosas extraordinarias.

«No había espíritu competitivo en la sala, solo personas que se reunían para aprender unas de otras y celebrar el éxito de los demás» opina Muhammed Muheisen acerca de un fin de semana inspirador. En Roma, Muhammed subió al escenario para entregar a Sabrina Dhowre Elba e Idris Elba su Mención de Honor, pero también participó como jurado. Y, como fundador de la Everyday Refugees Foundation y embajador de Canon, fue el candidato perfecto para dirigir el taller «Leadership in Action» de Canon, celebrado antes de los premios. Gracias a ello, ayudó a proporcionar un espacio de reflexión tanto para los finalistas como para los jueces en vísperas del gran evento. «Esa es la importancia de este tipo de experiencias, reúnen a todos los agentes del cambio en un solo lugar, lo que inspira y motiva a muchos otros».

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fueron adoptados por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas como un medio para alcanzar un futuro más sostenible y equitativo para el año 2030. Pero estos objetivos no se limitan a las acciones de los gobiernos. Los Premios a la Acción de los ODS hablan del papel que todos tenemos que desempeñar para actuar por nuestro futuro colectivo. Es una plataforma internacional donde se otorga reconocimiento y premia a quienes están creando iniciativas que cambian el mundo en nombre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Así, fue más que apropiado que este año, además de participar en la ceremonia de entrega de premios, se invitara a los finalistas y al jurado a unirse a Muhammed para conocer el Young People Programme de Canon, que enseña las técnicas esenciales de la fotografía y la narración de historias.

Los agentes del cambio reunidos se sumergieron en un taller intensivo, en el que aprendieron las habilidades técnicas, éticas y creativas que necesitan los fotógrafos. Luego pasaron un día de prácticas en Roma con una cámara R6 de Canon, que les ayudó a crear una imagen que narrara su historia. Nadie mejor que Muhammed para enseñar a este grupo tan especial de personas, ya que tiene una comprensión única del poder de la narración visual y de la necesidad de conectar a las personas por el bien común. Durante la última década ha estado abriendo los ojos del mundo a las realidades de la vida como refugiado y contando cada historia que descubre con sensibilidad y empatía. «Trabajo en situaciones muy vulnerables, con personas y comunidades vulnerables”, explica. «Así que siempre pienso en cómo me sentiría si estuviera al otro lado de la cámara, en la piel de otra persona. Es respetuoso y ayuda a documentar la historia desde una perspectiva diferente».

En esta ocasión, es la idea de perspectiva la que quizá resulte más valiosa para los alumnos de Muhammed, ya que una vía esencial para ampliar el trabajo que realizan reside en la narrativa: contar sus historias de la forma más auténtica y poderosa posible. «Incorporar la narración y la documentación visuales en su vida diaria y sus iniciativas añade otro elemento de éxito», explica. «La documentación es muy importante. Como siempre digo, si algo sucede y no lo documentamos, es como si nunca hubiera ocurrido». Sin embargo, como activista, entiende completamente la escala del trabajo y la sensación de que nunca hay suficientes horas en el día. Comparte la audacia de los agentes del cambio y el impulso que se deriva de una pasión que lo abarca todo, una determinación y una tenacidad firmes. Siente la misma sensación de incansabilidad y sabe que es absolutamente necesario para lograr un cambio en el mundo.

Y es en esta atmósfera de entendimiento mutuo y experiencias compartidas donde se establecen conexiones, se crean redes y se construyen los cimientos de nuevas formas de relacionarse con el mundo. «Porque estas imágenes no son solo imágenes», explica Muhammed. «No, son voces, mensajes, testimonios de personas, de problemas, de soluciones». En particular, la historia y el trabajo de la jueza de los premios y ganadora de 2022, Paola Andrade, hizo que se le saltaran las lágrimas. Con su R6, hizo una sencilla fotografía, que resultó ser totalmente cautivadora: un colgante dorado en forma de corazón que contenía una fotografía de una niña pequeña, tomada sobre un fondo rojo sangre. «Es ella cuando era niña y la lleva alrededor de su cuello como recordatorio de dónde estaba entonces y dónde está hoy”, dice en voz baja. Paola es una superviviente de abuso sexual infantil y, junto con Ricardo Vélez, lanzó la campaña «Ecuador Dice No Más» para alentar a otros supervivientes a hablar y descubrir a las miles de víctimas ocultas.

Su imagen impactó profundamente a Muhammed. «Es una superviviente y una voz para millones de mujeres. Sentí su dolor, pero también percibí su valentía. Podría mirar su foto como una simple imagen (el sujeto, la luz, el fondo), pero son las emociones que siento las que harán que viva para siempre dentro de mi corazón». La imagen conectó con él de una manera nueva y poderosa, y así lo hizo con otros, y seguirá haciéndolo. Esta verdad es una lección clave que Muhammed enseña a través del Young People Programme, más allá de las herramientas y las técnicas. «La clave es el proceso anterior. La responsabilidad de llevar una cámara y salir a captar historias e imágenes. Se trata de ética, credibilidad e integridad. Se trata de no invadir la privacidad de las personas, pedir permiso, documentar con precisión», explica. «Cuando la gente confía en ti, te abrirán sus puertas, y esto implica responsabilidad. Hay que mostrarles respeto, retratarlos con orgullo y trasladar sus voces al mundo exterior».

En un breve y ajetreado fin de semana, un grupo de agentes del cambio se reunió para compartir sus historias y fotografías, y para Muhammed se convirtió rápidamente en una familia. Algunos fueron finalistas en la misma categoría, pero nunca lo podrías haber sabido. Incluso compartieron sus premios en el escenario, tales eran los lazos familiares entre quienes entienden que, en última instancia, comparten un mismo objetivo. «En nuestro primer día, durante la presentación, se nos pidió que compartiéramos un deseo», sonríe Muhammed. «Todos respondieron que su deseo es hacer del mundo un lugar mejor. Y estas son solo las personas que hemos podido conocer. Hay muchos, muchos, muchos otros que desean lo mismo». En un mundo que puede parecer opresivamente negativo y lleno de desesperación, solo saber que tantas personas están viviendo vidas de esperanza y marcando la diferencia en el mundo es tremendamente edificante.

Y como en la propia naturaleza, sabiendo que cuando se reúnen, empiezan a formar redes complejas, aprovechando las fortalezas, el conocimiento y la creatividad de los demás, parece que no hay límites a lo que se puede lograr cuando nos unimos para actuar. «Es conexión, es inspiración, es movilización», continúa. «Lo que sucedió en Roma me ha inspirado a ir más allá. Te das cuenta de que, al final, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar. No hemos venido a este planeta solo para perder el tiempo. Quiero marcar la diferencia. Quiero dejar huella y unir fuerzas con los demás. Aprender, inspirar e inspirarse.

Es cosa de todos. Debemos reunirnos para lograr un impacto mayor».