Como mujer fotoperiodista, Miriam Watsemba tiene acceso a lugares a los que sus coetáneos hombres no tienen. Y utiliza dicho privilegio de forma inteligente. Uno de sus trabajos, en el que documenta la pobreza asociada a la menstruación en las escuelas del distrito de Bududa (Uganda), tiene un fuerte impacto emocional, pero está tratado con sensibilidad, detalles prácticos y perspicacia. Es difícil creer que en algún momento Miriam pensó que una carrera así estaba fuera de su alcance.
Por desgracia, es una creencia común entre las jóvenes cuando llegan a su primer taller de Miraisha de Canon. Aunque el camino para dedicarse a la fotografía no suele estar bien consolidado, especialmente en las comunidades más desfavorecidas, para las mujeres puede resultar aún más difícil. Las expectativas sociales y culturales son una barrera muy real para las mujeres que sueñan con labrarse una carrera profesional y la educación está plagada de obstáculos propios.
Para las mujeres que participan en Miraisha, normalmente es el programa el que llega a sus comunidades y les ofrece la oportunidad de aprender una nueva habilidad. Este fue el caso de Judy Rotiken, una mujer Masái que, atípicamente, trabaja como guía turística en Ishara Mara, en la Reserva Nacional Masái Mara de Kenia. Es poco común que las mujeres Masái trabajen fuera del hogar, pero Judy es inteligente, ambiciosa y decidida. Así que, cuando Miraisha llegó a su lugar de trabajo, no dudó en coger una cámara con ambas manos y aprender una nueva habilidad que impulsaría su carrera.
Esta experiencia y esta nueva pasión me han abierto las puertas para considerar la fotografía como una carrera profesional más adelante en la vida, que puede proporcionarme un medio de vida para mantener a mi familia».
«Cambió mi percepción y mi punto de vista», recuerda. El objetivo no solo le dio una visión diferente del mundo, sino que también le abrió los ojos a nuevas posibilidades profesionales y opciones para el futuro, pero no solo para ella. «El programa Miraisha me ha marcado profundamente», cuenta. «Y espero animar a mis hijos a dedicarse también a la fotografía y permitirles tenerla en cuenta como opción profesional más adelante en la vida».
El futuro de su hija también era la prioridad de Monica Okech cuando conoció Miraisha en el centro comunitario local cerca de su casa en los asentamientos precarios de Mathare, en Nairobi (Kenia). Alrededor de medio millón de personas residen en esta ciudad de viviendas improvisadas, construidas con cualquier material disponible: hierro corrugado, láminas de plástico y madera. Cuando se quedó embarazada a los 18 años, Monica tuvo que abandonar su hogar y Mathare fue el lugar al que llegó. «Cuando no has trabajado nunca, el sitio más barato donde puedes vivir es en el gueto», explica. «No me imaginaba criando a mi hija en tal situación. Cada vez que la miraba, quería darle más, pero no podía porque nadie me daba ninguna oportunidad».
No es exagerado decir que Miraisha le cambió la vida a Monica. Al igual que para la mayoría de las jóvenes de su comunidad, la educación superior era simplemente inaccesible, incluso aunque sacaras buenas notas en la escuela. Descubrir Miraisha le permitió seguir formándose y no tardó en estar de prácticas en el programa. Su confianza creció hasta el punto de que solicitó un puesto a tiempo completo en Canon y lo consiguió. Fue un sueño hecho realidad.
Actualmente, está aprendiendo habilidades de liderazgo y organizando programas educativos de Canon en África Oriental. Monica y su hija se marcharon de Mathare a un nuevo hogar y su hijo nació en 2020. Ya no se preocupa por no poder darles una buena vida a sus hijos. «No considero que lo que hago sea un trabajo. Para mí, es algo que me encanta y que da sentido a mi vida», dice. «Y me ha cambiado mucho. Me he vuelto directa. Me he hecho fuerte. Segura de mí misma».
Miriam Watsemba también sintió ese enorme aumento de la seguridad en sí misma cuando la formadora certificada de Canon Georgina Goodwin la ayudó a desarrollar sus habilidades de fotografía documental, algo que la transformó por completo. «Mi fotografía, mi carrera y mi vida cambiaron por completo», comenta. Se le demostró que sus sueños de convertirse en fotógrafa y periodista no eran insignificantes, triviales ni estaban fuera de su alcance. Conoció a otras personas que querían lo mismo que ella y se dio cuenta de que había encontrado la vocación de su vida. Y, por supuesto, las mejores carreras profesionales se pasan aprendiendo, creciendo y afrontando nuevos retos.
Para Miriam, esto significaba que quería aplicar lo que había aprendido con Miraisha para ayudar a otras personas. «Conocí a personas y formadores maravillosos», comenta. «No es de extrañar que yo también decidiera convertirme en formadora certificada de Canon». En el futuro, espera proporcionar acceso a espacios y recursos para que los «storytellers» visuales puedan prosperar e inspirar a otros, especialmente a mujeres y niñas, a elegir una carrera en el mundo de la fotografía.
Pero, además de dar a las mujeres la confianza y las oportunidades de adentrarse en sectores creativos y prosperar en sus futuras carreras, el programa Miraisha introduce una variedad de perspectivas entre los «storytellers» africanos. Ya sea la visión de Monica sobre Mathare, la de Judy sobre Masái Mara o cómo Miriam pone en primer plano las cuestiones de género y pobreza, sus fotos, y tantas otras captadas por mujeres africanas, crean una imagen más completa y matizada de los lugares que consideran su hogar.
Miraisha de Canon celebra su 10.º aniversario. Obtén más información sobre el programa, nuestros socios y formadores.
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