HISTORIAS
La historia del retrato marginal con el que Simona Ghizzoni nos invita a la reflexión
Solo cuando los sujetos se sienten cómodos con la cámara, es capaz la fotógrafa documental de captar momentos fugaces como este.
ENTREVISTA
«En todos los conflictos se ve el mismo dolor, las mismas tragedias. Se ve a personas llorando y sufriendo de la misma forma. No es una cuestión de nacionalidad, sino de seres humanos», afirma Zohra Bensemra, jefa de fotografía de Thompson Reuters en el noroeste de África. Desde que se unió a Reuters en 1997, Zohra ha cubierto conflictos internaciones en todo el mundo: de Túnez a Iraq, de Pakistán a Kenia... y dondequiera que vaya, sabe de antemano lo que se va a encontrar.
Zohra empezó a realizar fotografías durante su infancia en Argelia, inspirada por su hermano mayor, que era un fotógrafo aficionado. Comenzó su trayectoria profesional a los 20 años con un trabajo de tres meses como asistente de fotografía en la galería de imágenes de los objetos del museo de arte y tradiciones populares de Argelia.
En 1992 comenzó a trabajar en The Observateur, un periódico semanal que ya no existe, y posteriormente empezó su trabajo «como fotoperiodista de verdad» en el periódico Al Watan en la ciudad, donde su entusiasmo por el trabajo se vio recompensado con historias cada vez más importantes. Se trataba de una época turbulenta en la historia de su país, que, por aquel entonces, atravesaba una brutal guerra civil entre los guerrilleros del Frente Islámico de Salvación y las fuerzas gubernamentales; los bombardeos y las masacres eran frecuentes. Zohra tenía 24 años cuando fotografió por primera vez las consecuencias de un atentado suicida local.
«Yo sé cómo se sienten los habitantes de estos países. Sé a lo que se enfrentan. Sé lo que les está haciendo la guerra. Siento que sigo en mi país. Es extraño», explica Zohra. Sus circunstancias personales le hicieron sentir una profunda empatía por las personas que se ven envueltas en violencia y es el motivo por el que le cuesta mucho irse tras un encargo especialmente duro. «A veces me da vergüenza», nos cuenta. «No quiero que me vean feliz por irme a casa cuando ellos acaban de perder a sus familiares en un atentado o en un bombardeo. Quiero que sientan que soy una de ellos. Lo único que puedo hacer es hacer fotografías para mostrarle al mundo a qué se enfrentan».
A veces me da vergüenza. No quiero que me vean feliz por irme a casa cuando ellos acaban de perder a sus familiares en un atentado o en un bombardeo.
Como tantos otros fotoperiodistas, Zohra ha desarrollado una forma de lidiar con la carga emocional de su trabajo, pero aun así pasa factura. «Nunca te acostumbras al dolor de la guerra, sino que aprendes a gestionarlo porque tienes que quedarte y seguir haciendo fotografías. Si uno se acostumbrase a ese dolor, significaría que no siente nada y tendría que parar. Y para dedicarte a la fotografía no solo hay que tener vista, sino también corazón». A pesar de todo, en ningún momento ha considerado cambiar de profesión. «Si me quedo en casa dos semanas sin captar fotografías, me estreso. Esto me da cierto equilibrio».
Intento considerarme profesional de la fotografía: ni mujer, ni hombre.
En el fotoperiodismo, sobre todo en la fotografía de guerra, las mujeres siguen siendo minoría, pero Zohra cree que ser mujer tiene sus ventajas. En los países más conservadores, una mujer (sobre todo una que habla árabe) puede entrar en espacios domésticos a los que no tienen acceso los hombres y eso le otorga una posición privilegiada a la hora de contar las historias de las mujeres. Aun así, Zohra prefiere no obcecarse con el género. «Intento considerarme profesional de la fotografía: ni mujer, ni hombre. No tiene nada que ver con nosotros. Lo importante son los demás», enfatiza.
Para Zohra, el gran problema del fotoperiodismo en la actualidad es la falta de fe que tienen los espectadores en la profesión, alimentada por lo que ella considera un abuso del potencial de la fotografía digital. «Tenemos que esforzarnos más; hoy en día las personas no confían tanto en nosotros. Recientemente se han producido muchos escándalos de fotógrafos que han manipulado sus fotos y sus historias», nos cuenta.
Tampoco ayudan las redes sociales, ya que los medios informativos tienen tantas ganas de publicar una imagen cuanto antes que a veces utilizan fotografías de hace varios años o que muestran una situación totalmente diferente. «Me entristece no poder hacer nada por cambiar la situación. No soy optimista con respecto a nuestro negocio, pero, como la mayoría de los fotógrafos, me esfuerzo todo lo posible por hacer bien mi trabajo». Teniendo esto en cuenta, ¿qué consejo le darías a alguien que quiere empezar en el sector? «No es fácil, pero mi consejo es que seas sincero. Si no lo eres, no vales para esto. Si una situación me hace llorar, quiero que tú tengas la misma reacción al ver mi fotografía», explica.
«Ser fotógrafo consiste en mostrar cómo ves y sientes lo que te rodea, cómo entiendes la cultura del sitio en el que estás. Habla con las personas antes de hacerles fotos. Compréndelas. Escucha lo que te dicen. Respeta al sujeto. Tómate tu tiempo. Siente empatía por la gente. Solo cuando hayas hecho todo esto, podrás contar su historia».
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