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El equipo de Canon que allana el camino a los cineastas
Descubre cómo la tecnología de Canon facilita el acceso a la producción cinematográfica y hace frente a antiguos obstáculos como el coste, el tiempo y la complejidad.
Cuando se desveló la lista de nominados al Óscar a la mejor dirección de 2020, en la que solo aparecían hombres, la presentadora Issa Rae no pudo evitar comentarlo. «Felicidades a esos hombres», dijo irónicamente. Sus palabras se volvieron virales, ya que tocaban un tema sensible después de que la lista de nominados a los Globos de Oro fuera también exclusivamente masculina.
Según el informe «Celluloid Ceiling» (Techo de celuloide) de 2019, un prolongado estudio anual sobre la industria, solo un 21 % de los directores, escritores, productores ejecutivos, editores y directores de fotografía que participaron en las 250 películas más taquilleras del año en EE. UU. eran mujeres. Es una cifra en aumento, pero solo en un 4 % desde 1998. Por otro lado, solo una directora, Kathryn Bigelow, ha ganado un Óscar en los 90 años de historia de los premios por «The Hurt Locker» de 2009. ¿Por qué aún existe una brecha de género tan grande en la industria del cine?
Planteamos esta pregunta a dos exitosas directoras de fotografía, Claudia Raschke y Laela Kilbourn. Claudia ha sido la directora de fotografía de 5 documentales nominados a los Óscar, incluido «RBG», sobre la pionera jueza del Tribunal Supremo de los Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg, además de trabajar en películas independientes, ficción y anuncios. Laela ha sido operadora de cámara en series de televisión como «Castle Rock» y «Jack Ryan», y ha grabado varios documentales premiados.
Aquí, ambas mujeres comparten sus experiencias, hablan sobre cómo los avances tecnológicos allanan el camino para entrar en la industria y sugieren lo que se puede hacer para promover el cambio.
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En los 80 Claudia estudiaba danza en Nueva York y trabajaba como camarera, cuando un colega (que casualmente era tutor de dirección de fotografía) se dio cuenta de que tenía buen ojo y le preguntó si había considerado dedicarse a esta profesión. «No tenía ni idea de qué implicaba», recuerda, pero al acompañar a su amigo al set de rodaje, se quedó «anonadada». Él le dio trabajo, la animó a que fuera a la escuela de cine y la recomendó a otras personas. El resto es historia. «Entré en la industria porque alguien apostó por mí y dijo "Creo en esta persona, tiene talento"».
El camino de Laela fue más tradicional, ya que comenzó como ayudante de producción y desde ahí fue ascendiendo. Sin embargo, descubrió que siempre tenía que avanzar por sus propios medios. «Cada vez que he subido un nivel en la jerarquía, ha sido porque yo lo he decidido», afirma.
Laela culpa a los estereotipos de los desafíos a los que se enfrentan las cineastas. «La dirección de fotografía ha sido siempre una profesión masculina», cuenta. «Es un trabajo técnico y físico. Requiere gran resistencia, y levantar mucho peso. Son cosas que, en la cultura occidental, nunca hemos creído que a la mujer se le den bien.
Según Claudia, esta mentalidad hace que las mujeres de la industria estén bajo una mayor presión al intentar progresar laboralmente. «En el cine las mujeres deben trabajar el doble que los hombres, porque sabes que sigues luchando contra el estigma. ¿Puede hacerlo una mujer? ¿Tiene la suficiente resistencia? ¿Es capaz de lidiar con el estrés, la tecnología de la cámara, el software y los elevados presupuestos?».
Además, como mujer en el set de rodaje, Claudia añade: «No puedes cometer errores porque representas a las mujeres de la industria. Tienes que procurar dar un buen ejemplo, porque si fallas, tendrá consecuencias y posiblemente las puertas se cierren detrás de ti».
Lo que más frena a las mujeres, según Laela, son «las valoraciones que hace la gente en su cabeza y ni siquiera dice en voz alta. No te ofrecen el trabajo, no ven tus grabaciones y no te recomiendan a otras personas porque inconscientemente creen que no estás cualificada (o creen que un hombre con el que acaban de trabajar está más cualificado que tú), y ni siquiera saben por qué lo ven de ese modo», explica. «Tanto hombres como mujeres son culpables de hacerlo».
Es necesario tener más conversaciones abiertas y analizar nuestros prejuicios internos para generar un cambio, además de recomendar a mujeres para trabajos. «La gente de la industria debe estar dispuesta a ofrecerle trabajo a personas que no son necesariamente las primeras que les vienen a la cabeza», continúa. «Puede que alguien totalmente inesperado para ti transforme la situación a tu favor y aporte al proyecto algo que nunca habrías imaginado».
La industria cambia poco a poco. «Se han producido cambios muy grandes en comparación con hace 25 años cuando yo empecé», cuenta Laela. «Sin duda veo muchas más mujeres rodando y arriesgándose, ya sea en las redes sociales o en el mundo de los documentales».
Los avances tecnológicos están eliminando los obstáculos de la industria a nivel de presupuesto. Cuando Laela empezó, una cámara de vídeo básica costaba unos 90 000 €; los modelos de hoy cuestan una décima parte. Laela ha realizado muchos trabajos con la EOS C300 de Canon y con su sucesora, la EOS C300 Mark II, que le parece sorprendentemente intuitiva. «Sobre todo en los documentales, tienes que reaccionar ante las cosas conforme van sucediendo y necesitas que el equipo reaccione contigo», explica. «La EOS C300 Mark II de Canon estorba menos que otras cámaras, por lo que la gente no se siente intimidada por su presencia. A la vez, es una cámara compleja con la que puedes hacer muchas cosas».
Claudia elogia el potencial creativo que permite el sensor CMOS Súper 35 mm de Canon de 8,85 MP de la EOS C300 Mark II. Además, explica que al principio «necesitas una paleta de color y contraste, así como diferentes posibilidades, pero también una cámara que sea fácil de usar y no resulte abrumadora. Creo que Canon se merece un premio, porque el diseño de la cámara y los menús intuitivos son maravillosos para empezar en este mundo».
La visibilidad es importante, afirma Laela, reflexionando sobre las listas de nominados a premios en las que solo hay hombres. «Que no se reconozca a las mujeres y no se valore su trabajo del mismo modo que el de los hombres se nota, tanto por las nuevas generaciones que no disponen de modelos, como por la sociedad en general, que parece confirmar la idea de que las mujeres no pueden hacer este trabajo o no pueden ser las mejores sí lo hacen.
»Esto está estrechamente relacionado con los hábitos que tenemos al pensar y ver las cosas. Hay pocas películas dirigidas, rodadas o producidas por mujeres que hayan costado varios millones de dólares. Existen, pero no siempre llaman la atención. Y eso es un problema del sistema; es un problema social. No podemos solucionarlo exclusivamente en la industria del cine sin hacerlo en otros sitios. Debemos corregirlo en todos los ámbitos al mismo tiempo».
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