Animar a las mujeres africanas a impulsar sus carreras en la fotografía se ha convertido en una importante labor para la embajadora de Canon Sarah Waiswa. Esta fotógrafa documental y de retratos nació en Uganda, creció en Kenia y después pasó diez años en Estados Unidos, estudiando y trabajando en el mundo empresarial estadounidense, antes de regresar en 2010 a Kenia, donde reside actualmente.
Con esta inusual perspectiva internacional, le apasiona explorar la identidad contemporánea en el continente africano. Reconoce que parte de esto es «como un autodescubrimiento: utilizar la fotografía para contar las historias de otras personas, pero también para mirar en su interior y entender su propia historia». Sin embargo, añade: «Estudié sociología y psicología, y me interesan mucho las personas y sus historias. Creo que mi formación influye en los temas en los que quiero trabajar, pero me interesa mucho más la colaboración: trabajar con las personas a las que fotografío y asegurarme de que no me estoy proyectando en ellas, sino que estamos intentando crear algo juntas».
Corregir las desigualdades de poder con Sarah Waiswa
Romper con los prejuicios y fomentar el talento emergente
Sarah, que centra su trabajo fotográfico en la colaboración y la corrección de los problemas de poder, es cofundadora de la red African Women in Photography, que promueve el trabajo de profesionales de la fotografía mujeres y personas no binarias de África, y defiende las perspectivas femeninas que están poco representadas en la profesión.
«Creo que la fotografía siempre ha estado dominada por hombres blancos, y obviamente queremos ver muchas más historias de mujeres, pero por supuesto de mujeres africanas», explica Sarah. «África es un continente muy fotografiado, pero verás que la mayoría de los fotógrafos, sobre todo en el pasado, eran hombres blancos».
Queremos una oportunidad para contar nuestras propias historias, para decir que somos igual de capaces, que nuestras historias son igual de importantes. Tenemos una perspectiva y también se tiene que reconocer».
La red también tiene un lado práctico, ya que Sarah la creó con la esperanza de ofrecer a otras personas el apoyo que a ella le hubiera gustado tener cuando empezó en el sector. «Vengo de una cultura en la que, históricamente, las artes no se consideraban una carrera», comenta. «Cuando decidí trabajar en este proyecto, pensé: "¿Qué me podría haber facilitado la vida como mujer que quería dedicarse a la fotografía? ¿A qué cosas no pude acceder?"»
«Lo que me habría facilitado la vida es simplemente tener a alguien con quien hablar y al que preguntar: "¿Cómo se dirige un negocio de fotografía con éxito?" Porque al fin y al cabo, por mucho que trabajes en la fotografía, hay cosas prácticas que tienes que hacer para triunfar como tal».
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La red ofrece oportunidades de aprendizaje a través de mentores, proporciona enlaces a opciones de financiación y, sobre todo, crea un espacio para la tan necesaria conversación y el apoyo. «La comunidad nos proporciona una plataforma para debatir sobre los retos a los que nos enfrentamos, compartir información, reunir recursos y para intentar que explorar la profesión sea un poco más fácil de lo que sería si no tuviéramos este espacio», comenta Sarah.
Conoce más en profundidad la creación de comunidades fotográficas en este episodio del podcast Shutter Stories de Canon:
Lo observado frente al observador
Corregir las desigualdades de poder históricas y contemporáneas es un tema que prevalece en el trabajo de Sarah. Su proyecto Stranger in a Familiar Land arrojó luz sobre la vida de Florence Kisombe, una modelo con albinismo, y otras personas con esta condición en el África subsahariana, así como sobre la respuesta de la sociedad al respecto.
Otra de las series fotográficas más destacadas de Sarah es Lips Touched with Blood, que sitúa los retratos contemporáneos de Sarah de personas africanas junto a retratos de archivo para crear una exposición que encuadra y cuestiona las historias en torno al colonialismo, el poder y la identidad. Las técnicas de Sarah incluyen el oscurecimiento de los sujetos en las imágenes para restarle importancia al fotógrafo y mostrar una reivindicación de la identidad.
El proyecto es una colaboración con la Colección del Imperio Británico y la Commonwealth de los Archivos de Bristol, que conserva alrededor de medio millón de fotografías de los países del antiguo Imperio Británico que datan de entre 1860 y la década de 1970, la mayoría de ellas tomadas por viajeros británicos.
«Por mucho que la imagen fuera importante», añade Sarah, «cuando miras esas fotografías coloniales, lo que también me resultaba interesante era el pie de foto que había detrás de las fotografías para ofrecer el contexto de las condiciones de la época en que se tomaron».
«A menudo», continúa Sarah, «el fotógrafo era retratado como un explorador, y parece estar en una expedición. La cuestión es si las personas que aparecen en las imágenes tuvieron poder de decisión. ¿Querían que las fotografiaran? Incluso en las descripciones, se les describe como si fueran animales de un safari: "Oh, aquí hay un nativo" o algo así. No es como si fuera una persona, como si se tratara de fulano de tal o como si tuviera una familia. El explorador solo dice: "Mira todas las cosas que he visto". No tiene que ver con lo que se ve, sino con la persona que lo ve».
«La cámara en sí misma no ha sido una herramienta para equilibrar», explica Sarah. «Creo que siempre ha habido alguien detrás de la cámara que tenía todo el poder, ¿no? Incluso ahora, si cualquier profesional de la fotografía entra en una comunidad, tiene el poder. Es quien domina o dirige la historia de algún modo. Creo que ese sigue siendo el caso».
Por eso Sarah vuelve a recalcar la importancia de un enfoque colaborativo. «Por supuesto, ayuda que las personas africanas fotografíen a otras personas africanas. No elimina por completo la desigualdad de poder, pero sin duda cambia la perspectiva. Creo que es importante que profesionales de la fotografía locales puedan contar historias en sus barrios».
«Considero que depende realmente de la historia: no solo de lo que trato de comunicar, sino de quiénes son esas personas que aparecen en la foto, y de cómo podemos contar la historia, no solo a través de mi cámara, sino con ellos como parte de esta».
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Cambiar la historia
A la hora de cambiar la historia, Sarah cree que la imagen es tan poderosa como la palabra escrita. «Me resulta más fácil conectar con una imagen que con un texto. Las fotos tienen mucho impacto inmediato», afirma. «Por supuesto, las fotos no cuentan toda la historia de lo que está ocurriendo, pero pueden conmoverte y hacerte pensar».
«La cuestión es que tú y yo podemos mirar una imagen y percibir algo diferente. En eso influyen nuestros entornos y muchas otras cosas. Opino que eso también forma parte del poder de una imagen o del poder del arte, que está sujeto a la interpretación e inicia un debate».
De cara al futuro, Sarah espera que la comunidad African Women in Photography siga creciendo. «Nos desarrollamos y aprendemos mutuamente. Espero que la comunidad sirva de recurso a profesionales de fotografía jóvenes y emergentes, para que puedan avanzar en sus carreras, compartir su talento con el mundo y seguir contribuyendo a diferentes temas».
«Durante mucho tiempo no se han escuchado nuestras voces», concluye Sarah. «Sin embargo, el mundo tiene la oportunidad de ver cómo es la vida desde el punto de vista de una mujer africana. Es una perspectiva que hay que escuchar y ver».
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