Un día en la vida de un fotógrafo de paisajes: cuatro expertos fuera de su elemento

«Me conozco la Costa Jurásica muy bien; llevo toda la vida haciéndole fotos», afirma David. «Está orientada hacia el sur, por lo que quería realizar la sesión fotográfica en invierno, cuando el efecto de la luz en la costa es especialmente dramático. También quería que conocieran los procesos mentales por los que paso cuando investigo una localización y preparo una sesión».

Los cinco profesionales se encontraron en West Bay, Dorset, una fría mañana de enero. David les dio unas directrices iniciales, además de algunos consejos sobre el uso de las exposiciones prolongadas y los filtros ND de gradación, polarizador y «big stopper». Después, exploraron la zona de forma independiente y se familiarizaron con un motivo y una metodología de trabajo completamente nuevos. Durante las siguientes 24 horas, el grupo trabajó en las localizaciones designadas a distintas horas del día, empapándose cuanto podían de lo que llamaban «un intercambio laboral». Sigue leyendo para descubrir qué aprendieron.

Marc Aspland, fotógrafo de deportes

Marc declara: «David cambió mi mundo radicalmente cuando me permitió adentrarme en el suyo con un trípode, varios filtros y exposiciones increíblemente prolongadas, cosas que me resultan muy ajenas como fotógrafo editorial de deportes. Nada más empezar, puso sus manos sobre mis hombros y los de Eddie y nos dijo: "Bueno chicos... paciencia. Ese paisaje no se va a mover de ahí. Poned las cámaras en el modo de un solo disparo y cerrad los ojos. Ahora abridlos... y mirad"».

«David está en total armonía con la naturaleza; se ha pasado toda su vida profesional en localizaciones increíbles de todo el mundo esperando pacientemente la mejor luz. Me resultó fascinante ver las cosas como él: cómo espera horas y horas a ese sujeto inmóvil, a que la luz cambie en un momento. La fotografía de deportes se basa en la capacidad de reaccionar al instante a "ese momento" que apenas dura dos milésimas de segundo».

«Una vez allí, apostado hombro con hombro junto a otros profesionales, enseguida me di cuenta de que necesitaba encontrar mi propia interpretación de esa forma de ver las cosas. Paseando por la playa y trepando por las rocas, acabé en el muro del puerto. Allí descubrí que mi creatividad fotoperiodista encajaba a la perfección con el mundo de David: vi unos lirios y una tarjeta conmemorativa sobre las rocas y supe que había encontrado lo que buscaba. Era una escena sencilla pero evocadora. Esa es mi fotografía favorita, creo que me representa un poco mejor como fotógrafo».

Sanjay Jogia, fotógrafo de bodas

En palabras de Sanjay: «Lo que me llevo de este intercambio laboral es cómo la intersección entre disciplinas puede enriquecer la mía. La fotografía de bodas a menudo me lleva a localizaciones interesantes. He trabajado en lugares como Islandia o con paisajes desérticos, pero mi enfoque es bastante distinto. Busco hacer un retrato llamativo de la pareja, con el paisaje haciendo las veces de telón de fondo. Lo que más he disfrutado de esta experiencia ha sido comprender la forma en que David encara la fotografía de paisajes».

«La clave de su enfoque está en la calma. Él ve una escena y busca geometrías y formas en el paisaje mientras deja que la escena se desarrolle poco a poco. De esta forma, si la escena incluye gente, deja que desarrollen sus movimientos hasta que encajen en las geometrías que tenía en su cabeza».

«Esta forma de hacer las cosas me ha hecho pensar sobre cómo enfrentarme a mi próxima sesión preboda con un paisaje precioso. Me ha obligado a plantearme cómo integrar los paisajes de forma más consciente en la composición y cómo podría hacer que se desarrollen el encuadre y la narrativa. Me hizo pensar mucho en cómo funcionaría... Echando la vista atrás y pensando en el evento, creo que ha cumplido su función en lo que respecta a las intersecciones entre géneros y enfoques».

«Mi imagen favorita del día es la toma de una silueta del grupo con los frontales. Combina la fotografía de paisajes con el tipo de fotos que hago en mi día a día».

Helen Bartlett, fotógrafa de familia

Helen asegura: «Siempre he creído que uno de los mayores beneficios de la fotografía de paisajes está en bajar el ritmo. Mi trabajo suele ir acompañado de una actividad frenética. Reconozco que hay momentos de paz y tranquilidad (y tarta) en mis sesiones, pero desde el momento en que llego hasta que me voy, no paro de buscar imágenes, moviéndome y reaccionando a lo que pasa frente al objetivo».

«Con los paisajes, reaccionas a la luz y a las condiciones meteorológicas de tu alrededor. Al usar un trípode, te tomas más tiempo para considerar cada elemento de la fotografía: ¿dónde toca el sujeto los bordes del encuadre? ¿Qué ocurre en las esquinas? ¿Incluyo una parte del paisaje en la foto o la dejo fuera? Con los años he aprendido que es un proceso enormemente beneficioso para mi trabajo con retratos».

«Estaba disparando con la EOS R de Canon y me di cuenta de que usar el visor electrónico en blanco y negro me ayudaba mucho a encontrar un buen paisaje que funcionara en monocromo. Al tener los marcadores de "focus peaking" en la parte trasera de la cámara, podía comprobar de un vistazo si el enfoque estaba donde tenía que estar. Es un detalle nimio, pero a mí me resultó increíblemente útil».

«Mi imagen favorita es la realizada al salir el sol en Bat's Head: una vista de Durdle Door desde lo alto de los acantilados. Siento que esta toma consiguió captar la calma del amanecer, ese momento antes de que el mundo despierte y en el que las posibilidades son infinitas. Utilicé un filtro "big stopper" de densidad neutra de 10 pasos para reducir la velocidad de obturación hasta los tres minutos. De esta forma, el mar se ve como un borrón tranquilo, y las sombras de las corrientes y los remolinos solo son visibles en ciertos puntos, lo que transmite la sensación de movimiento bajo la superficie y otros mundos en las profundidades».

Eddie Keogh, fotógrafo de deportes

Eddie asegura: «Para mí, lo mejor del día fue levantarme superpronto (ya sé que suena raro) y andar en penumbra con frontales para llegar a la localización a la luz del alba. Uno no suele verse frente a un acantilado de 200 metros a las seis y media de la mañana».

«No es la primera vez que pruebo la fotografía de paisajes, pero nunca lo he hecho de manera formal. Tiene su dificultad, desde luego... Requiere unas habilidades completamente distintas. Eso fue lo que me encantó de ir con David: podíamos hacerle cualquier pregunta sobre la marcha. A pesar de que sus conocimientos parecen ser ilimitados, es un tipo encantador, no va de sabelotodo».

«Tendía a hacer tomas más largas que amplias; sentía que la amplitud restaba intensidad a los acantilados. Son muy dinámicos, y un objetivo un poco más largo comprime esas maravillosas formas curvas. Además, si hubiera usado un gran angular para esta escena concreta, las personas se habrían perdido en el encuadre de mi toma favorita [debajo]».

«Supongo que lo más importante que he aprendido es a tener paciencia. Los fotógrafos de deportes siempre trabajamos frenéticamente para conseguir la toma perfecta, pero a veces conviene pararse a ver si un cambio de luz puede mejorar la foto».

David Noton, fotógrafo de paisajes y viajes

David afirma: «Me lo pasé genial iniciando a otros profesionales en los rituales propios de mi campo. Sabía que no tenía nada que enseñarles en cuanto a cómo crear imágenes impactantes, pero sí sobre mi forma de trabajar para realizar fotos de paisajes, desde la planificación hasta la espera y la ejecución».

«Todos trabajan en entornos bastante frenéticos, rápidos y estresantes. Por norma general, la fotografía de paisajes se define por la mesura; a veces resulta frustrante, pero la paciencia y la perseverancia casi siempre tienen recompensa. Espero que un enfoque más relajado y analítico, con una mentalidad contemplativa, les resulte útil de vez en cuando en sus especialidades».

«En el transcurso de 24 horas teníamos o demasiadas nubes, como pasó por la tarde en West Bay, o casi ninguna, como a la mañana siguiente en Bat's Head. Sin embargo, ese es, en esencia, el reto de la fotografía de paisajes: somos esclavos de la caprichosa madre naturaleza, y las condiciones rara vez acompañan al 100 %».