«Crecí en Egipto, en un hogar familiar muy cercano. Vivíamos en un bloque de apartamentos en el que también vivían mis abuelos y mi tía, por lo que nuestra familia estaba estrechamente unida. Cuando tenía 18 años me fui a EE. UU. a estudiar y así comenzó mi viaje fuera de Egipto. A eso le añadimos ahora la identidad de ser británica, ya que llevo 13 años viviendo en Inglaterra.
»Definitivamente, sigo estando más conectada con mis raíces egipcias, pero siento que siempre que debo justificarme a mí misma, que quizás se pierde parte de esa conexión cuando vives tan lejos durante tanto tiempo. Así me siento cuando salgo por aquí a la calle a hacer fotos. Muchas veces la gente me pregunta “¿De dónde eres?”. Y entonces empieza la siguiente conversación: “Soy de aquí”. Y me responden: “Vaya, no me creo que seas de aquí. Puede que seas de Túnez o del Líbano, pero egipcia no eres”. Creo que cuando te vas de un país para vivir en otro sitio, tu forma de ser cambia. Siempre visto como visten las egipcias, cuando hablo árabe creo que es en un egipcio normal, pero creo que los demás perciben esos cambios tan sutiles. “No, no eres egipcia”».
Laura El-Tantawy nos habla sobre el significado perdurable de la plaza Tahrir
La plaza Tahrir: un punto de inflexión
«Cuando comenzaron las protestas en la plaza Tahrir en 2011, yo estaba en Italia asistiendo a un taller de fotografía. ¿Debería ir? ¿Debería quedarme aquí? Mi madre estaba muy nerviosa cuando hablamos por teléfono: “Hay francotiradores en los tejados. Están disparando a la gente. Van a por los fotógrafos, no deberías venir”. Decidí que sí que debería ir. Me aterrorizaba volver, pero sentía que era el momento de estar en el país para contar su historia.
»Creo que antes de la revolución los egipcios se sentían verdaderamente derrotados. Sentían que este país no era suyo, que tenían que valerse por sí mismos y que solo intentaban sobrevivir. En cuanto ocurrieron las protestas en la plaza Tahrir, la gente recuperó la confianza. “Ahora podemos reclamar este país como nuestro y está ocurriendo en la plaza Tahrir”. Y el lenguaje corporal de la gente cambió radicalmente. Había una sensación de empoderamiento, de dignidad y respeto que creo que los egipcios sentían que se les había arrebatado con los años».
Recuperar la sensación de identidad
«El estado de ánimo en Tahrir cambiaba a diario. Había días en los que la gente lo celebraba. Había pequeños grupos de gente en la plaza que cantaban canciones nacionalistas, algunos escribiendo letreros y otros simplemente hablando y conociéndose. En ese momento podías ver la hermandad entre todas estas personas: agricultores, trabajadores del campo, cristianos, gente sin ningún tipo de fe en particular, todos hablando los unos con los otros. Era la primera vez que se veía algo así en Egipto. Me sentí segura como mujer, me sentí segura como fotógrafa y me sentí segura como egipcia.
»Fue un momento precioso. He mencionado antes el tener que justificar mi identidad egipcia. No me sentí así en Tahrir, ya que todo el mundo allí estaba intentando recuperar su sentido de identidad. Me daba la sensación de que todos nos sentíamos igual. Estaba haciendo fotos, pero también quería formar parte del movimiento, porque era un momento importante para mi generación de egipcios. Me sentí así especialmente el día que [el expresidente Hosni] Mubarak dejó el cargo. Fue un día en el que lo que quería hacer era celebrar. Quería formar parte de ello para añadirlo a mi propia memoria, ya sabes, sin saber del todo en qué dirección iba lo que estaba contando con mi fotografía, quizás solo crear imágenes para mi propio archivo, intentar identificar mi identidad y también ver cómo cambiaba el panorama del país. Sentí que, bueno, estaba documentando algo verdaderamente importante».
Encontrar el equilibrio
«Era complicado crear un equilibrio entre estar allí como periodista y [pensar]: “Soy egipcia, quiero formar parte de lo que está ocurriendo ahora”. Siempre he sentido en el fondo que había algo que estaba buscando pero que no sabía realmente qué era. Nunca he sabido si estaba buscando un hogar, un lugar en el que vivir o... Nunca he sabido qué era. Creo que en la plaza Tahrir había un anhelo colectivo por encajar.
»En la época en la que ocurrió lo de Tahrir había una sensación de consenso apabullante: “La situación no es buena, este gobierno no nos representa, necesitamos hacer algo al respecto”. Ahora lo que tenemos es una sensación de polarización. Hay discrepancias entre los miembros de las familias, lo que crea debates muy acalorados y una dinámica muy compleja. La gente está verdaderamente cansada de hablar sobre política».
Con vistas al futuro
«Creo que para la gente que creía en la revolución y acabaron abatidos por lo que ocurrió, la solución es seguir adelante. Tienes que mantener algo de optimismo, ya que algunas cosas han cambiado. Quizás no todo, pero algunas cosas han cambiado y siguen cambiando. Además, yo, como fotógrafa, estoy empezando a pensar que especialmente en un año como este, con la COVID-19, la gente necesita una chispa de esperanza. Así me sentí con respecto a la plaza Tahrir. En ese entonces, creíamos que iba a ser un hecho muy importante para nosotros como egipcios, así que creo que estaría bien tener ahora un poco de esa esperanza. No es que nos queramos engañar. Creo que es solo intentar aferrarse al hecho de que ha ocurrido algo y que quizás dentro cinco o diez años habremos conseguido lo que verdaderamente queríamos. Me parece que es lo que espero conseguir con mi próximo libro, solo para mantener viva esa historia. Creo que es muy importante que este momento histórico siga perviviendo, que siga en la memoria y consciencia nacional e internacional».
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