ARTÍCULO
Jean Chung revela la vida real de las mujeres en zonas de conflicto
Jean Chung tiene una fe inquebrantable en la mujer y su poder para sobrevivir, y por una buena razón. Ha dedicado su carrera a fotografiar a mujeres que han vivido de primera mano la guerra, la pobreza y la violencia sexual.
Nació y se crio en Seúl (Corea del Sur), donde ahora trabaja para Getty Images, The New York Times y Bloomberg, entre otros. Su trayectoria le ha proporcionado años de exploración que han expandido su entendimiento de las comunidades de todo el mundo, sobre todo del África poscolonial. En todos sus viajes, siempre sintió la responsabilidad de intentar darles voz a los supervivientes anónimos del desastre.
Motivación para cambiar
A principios de los años noventa, Chung cruzó el Pacífico para trabajar y estudiar fotografía en Nueva York. A finales de agosto de 2001, se fue a Columbia, Missouri, donde continuó sus estudios con un curso de posgrado en fotoperiodismo. Dos semanas después, los ataques terroristas del 11 de septiembre tuvieron un impacto determinante sobre la fotógrafa. «El 11S me causó una enorme conmoción personal. ¿Qué llevó a esas personas a sentir tanta ira? Quería saber qué era el Islam y qué eran los musulmanes. Quería saber por qué estaban tan molestos con los Estados Unidos e Israel». Esta pregunta ha sido el punto de enfoque de todo su trabajo desde entonces.
Una perspectiva femenina
En sus primeras vacaciones de primavera, viajó a Israel y a la Ribera Occidental para descubrir por sí misma lo que estaba sucediendo. «Durante el viaje hubo un atentado suicida en un banquete en Netanya. Fui allí, hice muchas fotos y luego visité los hospitales de la Ribera Occidental. Ese viaje supuso un punto de inflexión para mí. Me abrió los ojos a la hegemonía del mundo occidental sobre el mundo islámico, y me instó a conocer más a fondo la relación entre distintas culturas».
Al terminar sus estudios, Chung se sintió obligada a regresar a la Franja de Gaza y la Ribera Occidental, donde se dedicó a fotografiar cómo viven las mujeres en las zonas de conflicto. «Pensé en cómo se describe el pueblo musulmán en los medios de comunicación estadounidenses y en la experiencia que viví, y comencé a comparar. Como mujer, había muchas cosas que yo no podía hacer, la diferencia entre sexos es muy grande en estos países». Y debido a que «la mayoría de los fotoperiodistas son hombres, hay muchas historias de mujeres que no han publicado nada». Ahí vio Chung su oportunidad.
En 2006 compró un billete de ida a Afganistán y, una vez en Kabul, visitó la unidad de maternidad de un hospital, donde dedicó tiempo a desarrollar amistades con las mujeres. Ahí fue donde Chung comenzó a trabajar en una historia sobre la mortalidad materna que definiría su trayectoria profesional.
No fotografío la guerra, sino las secuelas de la guerra desde una perspectiva femenina.
«No fotografío la guerra, sino las secuelas de la guerra desde una perspectiva femenina», explica Chung. «La gente tiende a olvidar que las mujeres no somos una minoría. Somos la mitad de la humanidad y debería escucharse la voz de esa mitad. La mayoría de las guerras son entre hombres y las mujeres son las víctimas. Quiero contar historias de mujeres que tratan de sobrevivir».
Tiene razón, por supuesto. La fotografía en general, y especialmente la fotografía de guerra, ha sido cosa de hombres durante mucho tiempo. Las imágenes que vemos reflejan esta realidad, no porque los hombres vean o se centren únicamente en la guerra, sino porque no hay tantas interacciones entre hombres y mujeres, sobre todo en países islámicos. «Las imágenes que tenemos de la Segunda Guerra Mundial son del desembarco de Normandía y del fotógrafo Robert Capa. De la Guerra de Vietnam, recuerdo las imágenes de las horribles muertes de civiles, claro está, pero también las de soldados americanos heridos y moribundos. Aunque se sabe que hubo muchísima violencia sexual en Vietnam, hay pocos reportajes sobre este tema. Todavía necesitamos más mujeres periodistas, sobre todo fotógrafas».
Chung fue obligada a salir de Afganistán en 2007 después de que el gobierno de Corea retirara a sus ciudadanos tras un mediático secuestro, por lo que tuvo que buscar un nuevo hogar. «Elegí África porque era un lugar nuevo, un nuevo continente. Quería iniciar mi segunda o tercera vida en un lugar distinto». Llegó a Kinshasa en 2008 sin tener idea de dónde ir ni de qué estaba sucediendo, y rápidamente se dio cuenta de que estaba en el lado equivocado de un país muy grande.
Cuando descubrió los horrores del Congo oriental brotaron sentimientos muy intensos: «La violencia sexual que vi allí era brutal e inhumana. Podía oír los gritos de las mujeres resonando en mi cabeza. Entonces fui a Goma [una capital de la zona oriental de la República Democrática del Congo]. Fue muy inspirador conocer a estas mujeres, a estas supervivientes, y pensé que quizá mi misión en la vida consistía en hacer que sus voces llegaran al resto del mundo».
El impacto emocional
Más tarde, en 2011, Chung sufrió un trastorno por estrés postraumático (TEPT) que le impidió viajar. «Había visto mucha muerte. Nunca me había sometido a ninguna terapia de TEPT y supongo que todo me pasó factura de repente. Estar rodeada de cosas horribles puede volverte un poco loca. Me sentía mal en todos los sentidos. Pero, gracias a mis padres, que fueron de gran ayuda, con el tiempo me recuperé».
Estar rodeada de cosas horribles puede volverte un poco loca. Me sentía mal en todos los sentidos.
En 2012 se obligó a sí misma a coger un avión para fotografiar las secuelas del tsunami japonés y se dio cuenta de que pudo salir adelante mucho mejor de lo que esperaba. «Había dejado de solicitar subvenciones y de pensar en [el mundo]. Solo quería hacer mi trabajo y hacer que las vidas de las personas que fotografiara fuesen más agradables o dedicarme a una buena causa. La pregunta era: "¿Qué puedo hacer con las habilidades que tengo? ¿Qué puedo hacer para contribuir?"; no tengo más habilidades ni conozco más idiomas que la fotografía. Quería utilizarla para hacer algo bueno».
Este deseo de ayudar a la gente en vez de fotografiarlas la llevó de regreso a África. Como resultado de su labor en el Congo y Sierra Leona, Chung ha servido de enlace entre una ONG coreana y las organizaciones originarias en la República Democrática del Congo, que le pidieron volver allí en 2014. Desde entonces, Chung vuelve a tener éxito: ha trabajado en la República Centroafricana y ha fotografiado a mujeres sirias refugiadas en Grecia.
Documentación de las mujeres en África
Chung se dio cuenta de que «muchos fotoperiodistas provienen de antiguas potencias colonizadoras, como Gran Bretaña y Francia. Mi perspectiva puede ser diferente. La gente me pregunta: "¿Por qué África? Tú eres coreana" y creo que es porque vengo de un país que una vez fue como muchos de los países africanos en la actualidad. Siento una gran empatía con la gente de allí».
Eso es lo que quiero hacer con mi vida.
«No hace mucho, Corea del Sur fue colonizada. Hubo una guerra civil en la que participaron fuerzas internacionales y aún consideramos que estamos en guerra. Antes del siglo XX, las mujeres tenían que cubrirse en público, la poligamia era legal y la situación económica y social no era muy distinta a la de muchos países de África y Oriente Medio que están en conflicto en la actualidad. Tuvimos esclavitud sexual durante la Segunda Guerra Mundial y éramos muy, muy pobres. Después de la Guerra de Corea, nuestro PIB estaba por debajo del de Zimbabue. El presente de África es nuestro pasado, y los coreanos no deberíamos olvidar nuestro pasado, de dónde venimos y lo que hemos vivido.
Me gusta usar mis habilidades fotográficas para dejar constancia, documentar y registrar el mundo y la vida de las mujeres en el África actual. Quiero hacer todo lo que pueda, realizar un trabajo significativo como ser humano procedente de un país "débil". Eso es lo que quiero hacer con mi vida».
El consejo de Jean Chung para comunicarse mejor con la persona fotografiada
«Trata siempre con respeto a la persona que estés fotografiando. No la fuerces a confiar en ti; demuestra que eres digno de su confianza, siendo comprensivo y comunicándote de una forma clara y amable. Capto y escribo muchos reportajes y normalmente empiezo por entrevistar al sujeto antes de hacerle fotografías. Lo primero que intento es conocer a la persona y escucharla. Si no entiendo a la persona o su situación, no puedo hacer que la gente que lee mis artículos entienda a la persona que sale en la fotografía».
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