Mientras desayunaba una mañana con su hija, la fotógrafa italiana Guia Besana dio un sorbo a la taza. El café caliente se le derramó encima. «Te pasa algo raro en la boca, mamá», le dijo su hija de 10 años. En efecto, cuando se miró en el espejo del baño, tenía un ojo muy abierto y el labio caído en el mismo lado. Aterrorizada por si estaba sufriendo un ictus, Guia se apresuró a tomar un taxi para ir al hospital, donde los médicos le explicaron que tenía parálisis de Bell, una parálisis temporal de los músculos faciales.
Durante los tres meses siguientes, con la enfermedad en su momento más grave, empezó a ver el mundo de otra forma. «Tenía que usar una pajita para comer y ponerme cinta adhesiva en el ojo para dormir», dice Guia. «Fue una pesadilla». De repente fue consciente de las miradas fijas de los demás: las miradas voyeristas de los desconocidos y las miradas preocupadas de sus familiares. «Dejé de ser una privilegiada y eso me hizo darme cuenta de lo que significa ser una privilegiada», recuerda dos años y medio después, ya casi recuperada por completo. «Ese cambio de percepción me interesó».
La fotógrafa, que vive en Barcelona, empezó a investigar los circos de fenómenos del siglo XIX y se topó con la figura de Julia Pastrana, una mexicana nacida con una enfermedad genética que provocaba que tuviera la cara y el cuerpo cubiertos de pelo. Explotada y ridiculizada, Julia aparecía en un espectáculo llamado «La mujer más fea del mundo». En este artículo, Guia habla sobre cómo su proyecto más reciente, Strangely Familiar, está inspirado en la historia de Julia y en sus propias experiencias, y sobre cómo encaja en un enfoque más amplio del uso de la ficción para reflejar la realidad de ser mujer en la actualidad.
ARTÍCULO
Strangely Familiar: mujeres convertidas en ficción por Guia Besana
Aunque escenificados, Strangely Familiar tiene dos puntos de referencia basados en la realidad: tu experiencia y la historia de Julia Pastrana. ¿Qué te hizo querer entrelazarlos?
«No puedo comparar mi experiencia con su vida, pero fue la chispa. Quería explorar su aislamiento, su soledad y también su resiliencia. Para mí, esa experiencia me hizo mejor persona. Recuerdo estar sentada en el autobús y que todos me miraran. Una mujer en concreto parecía asqueada. Eso inspiró una imagen de la serie que muestra a un grupo de personas en la niebla, y que trata de la arbitrariedad con la que naces en una determinada situación. No hay justicia. Me preguntaba sobre las vidas de esas otras personas, de esta mujer. Los circos de fenómenos existían para que las personas se sintieran mejor al ver que la vida de otros era peor que las suyas. Es algo que sigue existiendo hoy; la forma en que nos juzgamos unos a otros en las redes sociales, y en ese autobús».
¿Crees que eso transmite algo más importante sobre el tratamiento visual que se da a las mujeres?
«Sí. Las mujeres están sometidas a la presión de ser estéticamente perfectas. Pero son dos ideas diferentes que puedes incorporar en la imagen. Mi trabajo siempre sale de mí, de una situación personal, y luego lo universalizo lentamente. No tengo en mente un público ni un significado; se trata de generar debate en torno al tema».
Las imágenes de la serie son bastante inquietantes. Háblanos de las emociones que querías provocar y de cómo ayuda a ello la máscara de silicona que lleva la modelo.
«Es ese sobrecogimiento. Te perturba ver esas imágenes. Pero hay algo real en ellas que he vivido. No tenía presupuesto para maquillar profesionalmente a alguien para cada sesión, así que encargué una máscara a un estudio de efectos especiales italiano. Les pedí que mantuvieran algo de Julia Pastrana en el pelo, pero que lo mezclaran con algo más contemporáneo. Desde las primeras imágenes, sentí que había algo extraño que no me gustaba. Pero justo por eso, quería seguir adelante y ver qué ocurría. Esa es la extrañez que sentía la gente cuando me veía».
¿Tienes un equipo de Canon?
¿Quién es la modelo que interpreta a Julia Pastrana?
«Es una amiga rusa que ha posado para mí antes. Necesitaba a alguien que estuviera disponible, ya que estuve realizando estas fotos cuando podía entre encargos como fotógrafa de retratos. Los demás son modelos de la calle. Cuando utilizas un modelo profesional, solo te da una cosa y se acabó. Las personas que no son modelos pueden darte mucho más. O te dan algo menos y resulta interesante de otro modo. Fotográficamente, te vuelves más creativa porque hay un intercambio, ya que participan en tu proceso creativo».
¿Cómo desarrollas las ideas y cómo te ayuda la elección del equipo?
«Suele empezar con la ubicación. Veo un lugar que me gusta, que se ajusta a una idea que tengo en mente y empiezo a trabajar en torno a él. Estas imágenes no son escenas tomadas directamente de la vida de Julia Pastrana; exploran las cosas que nos conectaron. Mi proceso se basa en la composición. Se basa en intentar encontrar cosas en el mundo real (ubicaciones, trajes, personas y accesorios) que expresen de la mejor forma mis pensamientos. Tomé estas imágenes con una EOS R5 y un objetivo RF 50mm F1.2L USM de Canon, utilizando un trípode. El enfoque de la R5 es increíble y os archivos RAW son enormes, algo importante para la fotografía de bellas artes, especialmente porque me gusta imprimir mi trabajo a gran escala cuando lo expongo. También me parece una cámara muy personalizable. Puedes configurarla para que se ajuste a tu forma de pensar, lo que hace que el proceso vaya como la seda. Es como una mejor amiga».
Empezaste en el fotoperiodismo, a menudo realizando trabajos sobre experiencias de mujeres. ¿Hubo un momento en el que el género te desilusionó y te decantaste por la ficción?
«Incluso cuando hacía reportajes, me fijaba en el trabajo de Gregory Crewdson y Stan Douglas. Estas personas siempre han representado el tipo de fotografía que me gustaba. Nunca cambiaba la posición de los objetos, sino que buscaba encuadres que pudieran interpretarse de diferentes formas. Cuando me quedé embarazada de mi hija, mi prioridad era la maternidad. Tuve un conflicto entre querer ser "buena madre" y al mismo tiempo querer ser fotógrafa, y era una persona ambiciosa. Decidí que la maternidad y el conflicto serían el próximo tema que trataría. Empecé a crear escenas que describían lo que estaba sintiendo, de lo que hablaban mis amigos. Eso fue en 2007, cuando hablar sobre depresión posparto era tabú».
Objetivos EF combinados con el sistema EOS R
«Le mostré el trabajo a una editora fotográfica italiana, que me animó a seguir, tras lo cual gané el premio Amilcare Ponchielli GRIN de 2012. Ese reconocimiento me demostró que había espacio para este tipo de narrativas que provienen de la realidad pero se convierten en ficción. También había empezado a sentir que viajar por el mundo y contar historias de culturas diferentes era problemático. En los años 60, 70 y 80, los grandes fotógrafos tenían presupuestos que les permitían pasar meses cubriendo esas historias, entendiéndolas. Ahora, rara vez es posible. Si viajas a lugares diferentes, es difícil entender realmente la situación. Contando historias de esta otra forma, podía ser honesta. Me sentía más libre».
¿Hay algo en la fotografía de «ficción» que te parece adecuado para capturar las experiencias de las mujeres en particular?
«No. Algunos hombres fotógrafos hacen esto. Es más una necesidad de expulsar algo. Mi enfoque en la experiencia femenina se debe a que soy mujer. De nuevo, si fuera un hombre, no habría pasado por el embarazo, así que es probable que hubiera continuado mi viaje como fotoperiodista. ¿Hago este trabajo porque soy mujer o porque ser mujer me hace ver las cosas de una forma diferente? Es algo que merece un debate. Si me preguntas si me considero feminista, por supuesto que diría que sí, pero ese no era el objetivo cuando empecé. El objetivo era explorar las cosas que estaba sintiendo y expresarlas».