Bebés milagro: la realización de un proyecto personal

Giulio Di Sturco estaba en una playa de la Toscana con su familia cuando se puso a hablar con otro veraneante. «Tu hija nació prematura, ¿verdad?», le preguntó el hombre. Resulta que aquel desconocido era el profesor Charles Christoph Roehr, presidente de la Sociedad Europea de Investigación Pediátrica y uno de los principales intensivistas neonatales y científicos clínicos del mundo.

El doctor había reconocido el chupete de la hija de Giulio como uno de los tipos diseñados para bebés prematuros. El fotógrafo y cineasta pasó sus dos primeros meses de paternidad en el hospital, vigilando a su entonces diminuta hija en una incubadora. El profesor le contó a Giulio todo sobre su trabajo en la pionera Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) del Hospital Southmead de Bristol (Reino Unido), una de las pocas UCIN del mundo especializada en ayudar a sobrevivir a bebés nacidos antes de las 24 semanas.

«La medicina fetal es bastante nueva: tiene unos 20 o 30 años», comenta Giulio. «A los bebés prematuros se les llama "bebés milagro" porque si hubiesen nacido en otra época, no habrían sobrevivido. Las incubadoras han evolucionado de forma que ahora pueden mantener la temperatura y la humedad. Hasta hace cinco años, el tratamiento era mucho más invasivo. Charles intenta hacer lo menos posible para que el bebé elija sobrevivir». Por ejemplo, la UCIN fomenta el contacto «piel con piel» entre el bebé y los padres, cuidadosamente supervisado por los enfermeros de cuidados intensivos.

Sin embargo, también tenía curiosidad por presenciar de primera mano lo que había vivido su hija en los primeros minutos de su vida: en Francia, donde ella nació, los médicos reaniman a los recién nacidos a puerta cerrada, mientras que en Reino Unido los padres están presentes. Así que decidió pasar una semana de febrero de 2022 grabando en el Hospital Southmead. Desde entonces, ya ha vuelto varias veces, y esto solo era el comienzo de un proyecto que se ha vuelto personalmente importante para él.

Un hospital presenta muchos desafíos para un cineasta. Al principio, Giulio se planteó usar una cámara híbrida, pero se decantó por la EOS C70 de Canon, que era lo suficientemente compacta para permitirle mantenerse ágil y discreto, y grabar sin trípode, además de ofrecerle un alto rango dinámico y capacidades de grabación en 4K. Giulio recuerda que le aconsejaron: «Si vas a grabar vídeo, elige una cámara de vídeo». «Fue un gran consejo. Me quité la idea de hacer fotos. Me vi obligado a pensar como un cineasta».

«Dicho esto, me ayudó ser fotógrafo antes que cineasta», continúa. «Soy más flexible y necesito menos equipo para trabajar. En un entorno como este, no puedes trabajar con un equipo. Un cineasta suele estar acostumbrado a tener alguien para el audio, una segunda cámara... Yo me encargo de todo».

En su equipo, Giulio llevaba dos objetivos: el RF 100mm F2.8L MACRO IS USM y el RF 28-70mm F2L USM de Canon. «Diría que el 80 % del tiempo utilicé el segundo», añade. «Era perfecto para cuando pasaba algo, como un nacimiento o una emergencia. Sabía que podía hacer una toma amplia o una muy de cerca con facilidad. En los momentos en los que todo estaba tranquilo, utilizaba el objetivo macro para centrarme en los detalles. La combinación de los dos fue perfecta para el trabajo».

La parte más difícil fue obtener permiso de las familias para grabar, como es lógico, ya que es mucho pedir grabar un momento tan vulnerable de sus vidas. «Es muy delicado», cuenta Giulio. «Charles y el equipo conocían bien a los pacientes y tenían una idea de quienes podrían estar interesados en formar parte del proyecto».

El hecho de que Giulio hubiera pasado por una experiencia similar era importante. «Hablaba con ellos, les explicaba mi historia y por qué estaba haciendo esto».

La iluminación también supuso un reto. Los bebés que reciben fototerapia para la ictericia, por ejemplo, están a oscuras bajo luces azules, lo que crea un ambiente futurista de ciencia ficción. «Había unas diez luces distintas en la habitación, todas de colores diferentes: era una pesadilla», recuerda Giulio. «Al principio intenté usar luces artificiales, pero luego me di cuenta de que las luces formaban parte de la historia: te indican que esto es un hospital».

Además de tomas más amplias que mostraban al personal médico trabajando, Giulio utilizó su objetivo RF 100mm F2.8L MACRO IS USM para dirigir la mirada de los espectadores hacia las diminutas manos y pies de los bebés, con todo lo demás desenfocado. «Estas tomas te recuerdan que hay un bebé, pero no se ve del todo. No tienes que verlo todo. Puedes escuchar el sonido e imaginarte lo que está pasando».

La grabación todavía sigue en curso, con más sesiones planeadas en otras UCIN. Tanto si termina siendo un documental independiente como una serie, Giulio pretende mostrar «un día en la vida» del hospital de Bristol a través de experiencias en tiempo real del personal médico, los padres y los bebés, junto con entrevistas. Después, espera hacer lo mismo con otras unidades pioneras de todo el mundo.

Aunque todavía le atormentan los ruidos de la UCIN donde su hija comenzó su vida, Giulio comenta que este documental es una forma de «devolverles el favor», dando a conocer el trabajo del personal una vez que esté terminado. «Este es un mundo que desconocía por completo. Se necesita gente increíble para trabajar en cuidados intensivos neonatales. Y yo quería rendirles homenaje».