Las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en el fotoperiodismo y puede que experiencias como las de Georgina expliquen al menos una parte de los motivos. Sin embargo, también se ha dado cuenta de que ser fotógrafa mujer puede suponer una ventaja. Georgina ha trabajado para UNICEF, el Programa Mundial de Alimentos y Greenpeace, así como para agencias de noticias como Agence France-Presse. A un fotógrafo hombre le habría resultado difícil acceder a algunos de los entornos en los que ella ha sido bienvenida: lugares como la sala para pacientes de cáncer de cuello uterino del Kenyatta National Hospital de Nairobi y el Gynocare Women's and Fistula Hospital del valle del Rift, por no mencionar Umoja, un pueblo exclusivo para mujeres cerca de la ciudad de Archers Post (condado de Samburu, Kenia), también conocido como «el pueblo en el que los hombres están prohibidos».
«Un hombre necesitaría mucha más confianza para que le permitieran entrar», afirma. «Obviamente, hay muchos hombres amables y cariñosos que trabajan en el sector, pero ocurre algo especial entre las mujeres. Lo veo constantemente. Las mujeres africanas reconocen la humildad y la fortaleza discreta entre ellas, y buscan lo mismo en mí».