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Un maestro en acción: Sir Don McCullin en Calcuta
Este documental de 19 minutos es un retrato revelador y cercano de un maestro de la fotografía en acción, en un entorno en el que trabajó al límite.
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«La fotografía ha sido para mí un regalo maravilloso y altruista», afirma Sir Don McCullin. «Utilizar la cámara es algo que me sale solo. Instintivamente, cuando cojo una cámara, me emociono». Una gran declaración procedente de uno de los fotógrafos más aclamados y respetados del mundo, que, a pesar de sus 60 años de trayectoria, aún disfruta de su trabajo. Ha producido trabajos de una variedad excepcional y de alta calidad: documentales sociales, reportajes de guerra, retratos, paisajes y bodegones. Muchos dirían que sus fotografías han sido el regalo.
Nacido de una familia de clase trabajadora en Finsbury Park, al norte de Londres, Sir Don padecía dislexia y tenía una problemática vida escolar. Su padre murió cuando él tenía solo 14 años. Realizó sus primeras fotografías haciendo el servicio militar en la Real Fuerza Aérea Británica a mediados de la década de los cincuenta y, cuando regresó a Londres, empezó a fotografiar su área local. Su primera fotografía publicada, que apareció en el periódico The Observer en 1959, mostraba a los Guv'nors, una banda cuyos miembros estaban involucrados en el asesinato de un policía.
Esa fotografía fue el pistoletazo de salida de su carrera en periódicos nacionales y le permitió trabajar para The Observer y posteriormente para The Sunday Times. Al principio se centró en documentar la vida en Gran Bretaña, en concreto la situación de los pobres y los sin techo. Luego fotografió la cruda realidad de conflictos de todo el mundo, incluidos los de Chipre, Vietnam, Bangladesh e Irlanda del Norte, así como de las catástrofes humanitarias como la hambruna de Biafra (ahora parte de Nigeria).
Su determinación por estar presente en los acontecimientos a veces lo ha puesto en grave peligro. Mientras trabajaba en Vietnam en 1968, evitó por muy poco la muerte cuando una bala alcanzó la cámara que sostenía delante de la cara. Dos años más tarde, mientras fotografiaba la guerra en Camboya, fue herido por un proyectil de mortero. En 1972 estuvo cuatro días en prisión en una famosa cárcel de la Uganda de Idi Amin, donde las ejecuciones eran muy habituales en la época.
En 1984 abandonó su puesto en The Sunday Times y realizó varios proyectos como autónomo. Entre ellos, los de las fotografías de la crisis del sida en África, las tribus indígenas de Etiopía y una crisis de refugiados en Darfur. También tomó fotos de una serie de melancólicos paisajes atmosféricos cerca de su casa en Somerset. Y, más recientemente, ha llevado a cabo unos estudios convincentes sobre los restos del Imperio Romano en el norte de África y Oriente Medio.
Sir Don fue nombrado caballero por sus servicios de fotografía en enero de 2017. A la edad de 82 años, aún se dedica a la fotografía y continúa trabajando en diferentes lugares remotos. Recientemente nos hemos puesto en contacto con él para conversar sobre su vida y obra, incluido su nuevo documental McCullin in Kolkata (McCullin en Calcuta), rodado en la India con una EOS 5D Mark IV de Canon.
«Llevaba mucho tiempo queriendo hacer algo relacionado con las ciudades romanas de Oriente Medio y el norte de África, pero como película no habría sido gran cosa. Así que me dije: "¿por qué no vamos a Calcuta?". Creo que fue muy valiente por parte de Canon apoyar un proyecto sin saber realmente qué iba a salir de allí, pero creo que la película nos permitirá mostrar a la gente lo extraordinaria que es esa ciudad».
«Es una ciudad que tiene mucha importancia para mí. Fui por primera vez en 1965. En aquella época, aún había poco turismo en India y no se veían muchos occidentales por la calle. Era extraordinario. También estuve allí durante la guerra de liberación de Bangladesh en 1971. Rogué a The Sunday Times para que me enviara allí durante la temporada del monzón porque sabía que iba a ser trágica. Perdí dos cámaras porque les entró agua y se rompieron los prismas, pero me las arreglé para volver con 30 rollos de película que ya había revelado. Es una de las mejores historias fotográficas que he hecho en mi vida».
«Es una de las últimas ciudades de la India que todavía tiene esa vibrante lucha por la vida. Siempre la he descrito como la ciudad más impresionante del mundo. Es como caer en un caldero burbujeante de vida. Suena arrogante, pero podría ir allí con los ojos vendados y hacer fotografías magníficas. Hay seres humanos extraordinarios y sorprendentes en todas partes. Así que, fotográficamente, ir a Calcuta es como entrar en la cueva de Aladdín».
«Ha cambiado, pero no mucho. Lo primero que noté era que estaba mucho más limpia, lo que tiene su mérito, y que parecía un poco menos pobre. Han reparado o demolido algunos de los edificios más deteriorados. La ciudad se está levantando y avanza hacia el siglo XXI. Sin embargo, la gente se lava en las calles, hay pobreza y enfermedades, y sigue siendo una ciudad muy abarrotada y rebosante de vida. Cuando se limpia y esteriliza una ciudad se vuelve aburrida, pero eso no significa que las personas que viven en una ciudad no merezcan una vida mejor, y los habitantes de Calcuta ciertamente la merecen».
«No, no me siento incómodo. Cuando se deambula por las calles, fotografiando a personas, en realidad se roba su imagen sin su consentimiento. Por supuesto que lo entiendo. Soy consciente de que lo que hago no es honesto. Por otro lado, no lo hago con maldad ni crueldad. Lo hago porque intento crear un registro de la existencia humana».
«Tras haberlas realizado antes en blanco y negro, habría sido un crimen no hacerlas en color utilizando una EOS 5D Mark IV de Canon. Estas nuevas cámaras son extraordinarias. Antiguamente, cuando se hacía de noche no se podía hacer fotos, pero ahora se puede fotografiar de noche. No obstante, hay que tener cuidado de que la calidad técnica no cobre más importancia que la propia imagen y la tragedia retratada. Demasiada calidad añade un aspecto comercial, así que hay que asegurarse de no pasarnos con la calidad. Suena extraño dicho así, pero sé que es verdad».
«Con las cámaras de hoy en día se puede hacer cualquier cosa de forma digital. Se puede mentir de la forma más horrible, y la fotografía se convierte en una especie de espectáculo de magia si no se tiene cuidado. Es útil para trabajar en agencias de publicidad que exigen un cierto tipo de imagen. Pero yo soy muy estricto y anticuado respecto a mi fotoperiodismo. Conservo la idea original y me limito a representar lo que estoy viendo al pulsar el botón».
«Sinceramente tendría que responder que no. Sé que probablemente tengo miles de oportunidades en una tarjeta de memoria, por lo que siempre hay cierta tendencia a ser extravagante y derrochador. Antiguamente, al conocer las limitaciones de las exposiciones en un rollo de película de 35 mm, solía tomar una decisión consciente cada vez que pulsaba el botón. Modestia aparte, hay mucha disciplina en mi fotografía. Nunca desperdicié la película. Cuando empezaron a utilizarse las bobinadoras motorizadas yo estaba en Vietnam, donde me habrían sido muy útiles, pero nunca pude utilizarlas. Siempre he montado mis propios carretes».
Hay que tener un compromiso emocional con el fotoperiodismo serio cuando la gente sufre.
«Creo que se necesita tener un compromiso emocional con el fotoperiodismo serio cuando la gente sufre y sus vidas están en juego. Hace falta ser completamente consciente en el aspecto emocional. Intento trabajar por mi cuenta para seguir mis propias normas; vagar entre la muerte y la destrucción es caminar sobre una cuerda muy floja. Uno no quiere que le critiquen después de hacer su trabajo por utilizar las vidas de otras personas para ganarse la vida o labrarse una reputación. Siempre he tenido mucho cuidado en este aspecto, creo que incluso me he tomado este principio como una religión».
«Es la pregunta más importante que me han hecho recientemente: el fotoperiodismo está muriendo. Cuando yo estaba en The Sunday Times, me fui a Cuba. Al volver, uno de mis compañeros publicó 18 páginas de mi historia allí. Luego tuve 10 o 12 páginas de mis aventuras en Vietnam y otros lugares. Tuve mucha suerte de tener ese privilegio, pero eso no va a volver a ocurrir. Se está animando a los jóvenes a acercarse al fotoperiodismo, pero no tiene salida. Los periódicos y las revistas están mucho más interesados en los ricos, los glamurosos, las "celebridades", palabra que odio, y el factor subyacente es el narcisismo. No quieren a personas sufriendo en sus periódicos. Eso no da dinero a los dueños. El fotoperiodismo no ha perdido su rumbo, ha sido convenientemente apartado».
«Muchos jóvenes me mandan cartas y me llaman, me dicen que quieren hacer esto o aquello, y lo que más me molesta es cuando dicen que quieren ser fotógrafos de guerra. Yo les contesto: "Muy bien, si quieres ser fotógrafo de guerra, vete a los barrios marginados de Inglaterra. No tienes que subirte a un avión y viajar a Oriente Medio ni a cualquier otro lugar. Hay guerras sociales en nuestras propias ciudades: personas sin hogar, gente pobre, gente mendigando en la puerta de los bancos. Ahí está la pobreza más desoladora y esa es una guerra tan grande como cualquier otra».
«La fotografía ha sido para mí un regalo maravilloso y altruista. Utilizar la cámara es algo que me sale solo. Sé lo que estoy buscando y sé cómo componerlo rápidamente. Instintivamente, cuando cojo una cámara, me emociono. Pero no me quedan muchos años. Ya tengo 82 y no se vive mucho más. Todos los días me levanto y siento mi cuerpo rígido, mis piernas débiles, mis ojos cansados y mi oído perdiendo audición. Pero voy a luchar hasta el final. Nunca voy a renunciar a la fotografía; literalmente, hasta el día que me muera. Llevo toda la vida trabajando muy duro para mejorar y nunca me parece suficiente, así que tengo que seguir adelante».
No siento que merezca haber sido reconocido por mi trabajo, a menudo ha sido retratando el sufrimiento de otras personas.
«Sí, lo está realizando Working Title. La idea surgió de mi agente, Mark George, que eligió a Tom Hardy como actor para interpretarme. Está encantado de protagonizar la película. Ya lleva un par de años en proyecto. Es divertido, en realidad, pensar que uno de los actores más famosos del mundo quiere representarme, pero no pienso demasiado en ello. Cuando hagan la película, que según dicen empezará a rodarse el año que viene, la veré, pero no seré el primero en la cola del cine».
«Es muy extraño en realidad. No siento que merezca haber sido reconocido por mi trabajo, a menudo ha sido retratando el sufrimiento de otras personas. Me dedico a la fotografía, inmortalizo paisajes y bodegones, así que si lo de ser caballero es por la fotografía, entonces no me importa. Pero habría sido mejor que le hubieran concedido el honor a un cirujano que trabaja para salvar vidas en el hospital Great Ormond Street, o alguien así. Esas son las personas que deben ser reconocidas. Cuando escucho que la gente me llama "Sir" siento algo parecido a la vergüenza. Me han premiado por tomar algunas fotos de las que estoy orgulloso. Además, me han tratado muy bien mis compañeros fotógrafos. Ese respeto ya es un gran honor para mí».
«Me voy mañana de madrugada a París a fotografiar entre bastidores un desfile de moda para la empresa de Alexander McQueen. Mostraré cómo un grupo de personas con talento preparan un gran espectáculo que vale millones de libras. El próximo domingo viajaré a Beirut y al día siguiente cruzaré la frontera de Siria; voy a Palmira a fotografiar el daño causado a los templos que fotografié hace más de diez años. Estoy deseando empezar. Me emociona tanto que no puedo dormir por la noche».
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Para obtener más información acerca de la última cámara EOS 5D, la EOS 5D Mark IV, que utilizó Sir Don durante el rodaje de McCullin in Kolkata (McCullin en Calcuta), visita la página del producto.
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