Brent ha visitado la escuela tres veces desde 2014 y planea regresar este año. Cada vez que va, pasa cuatro o cinco días allí, tratando de causar las menores molestias posibles mientras observa o documenta las vidas de las personas para, posteriormente, retratar formalmente a los jóvenes. «No quiero interrumpir la vida en la escuela, solo me interesa conseguir fotografías que sean efectivas», explica.
Fotografiar a alguien que no puede ver es todo un reto. Si el sujeto ha ido perdiendo la vista con el tiempo, puede que haya visto una fotografía antes, pero, si siempre ha sido invidente, Brent tiene que esforzarse mucho para explicarle lo que está haciendo. «Tengo que emplear su propio marco de referencia», detalla.
«A menudo utilizo el sentido del tacto para explicarme. Les digo, cuando tocas a tu madre o a tu padre, sientes quién es esa persona. Esta cámara es un aparato que te permite tomar eso que experimentas mediante el sentido del tacto para comunicarlo de un modo diferente».
Brent ha podido conocer a los chicos albinos a medida que crecían y espera que un día puedan dejar la escuela para encontrar una vida y un trabajo que les permita realizarse e integrarse en el resto de la sociedad india. ¿Pero cómo se toman ellos que los fotografíen? «Sienten tanta curiosidad por mí como yo por ellos. Les presto atención, algo a lo que no están acostumbrados. Muchas personas ciegas están acostumbradas a que las marginen, no a que les den importancia».