Ganadora del premio a la mejor fotoperiodista de Canon en 2017
Catalina Martin-Chico ha sido la ganadora del premio a la mejor fotoperiodista de Canon en 2017 en Visa pour l’Image en Perpiñán, Francia.
El proyecto ganador presentado por Martin-Chico se centra en antiguas combatientes de las FARC, un grupo militar de izquierdas de Colombia que fue oficialmente desarmado en junio de este año tras la firma de un histórico acuerdo de alto el fuego con el presidente del país, Juan Manuel Santos, en 2016.
A la novena fue la vencida para la fotógrafa franco-española, que trabaja principalmente en Oriente Medio para publicaciones como Le Monde, Le Figaro y The New York Times.
Este premio me da la fuerza y la fe para continuar.
El premio anual, que cuenta con el apoyo de la revista Elle, se otorga a «una fotógrafa destacada en reconocimiento por su contribución al fotoperiodismo». Además, concede una subvención de 8000 € para realizar una nueva serie que se expondrá en la edición del año que viene del festival de fotoperiodismo Visa pour l’Image.
Durante sus 53 años de lucha, las FARC prohibieron a las combatientes tener hijos. Aquellas que se quedaban embarazadas tenían que abortar o encomendar la crianza de sus bebés a la familia. «En el mejor de los casos, entregaban el bebé a su madre o abuela para que lo cuidasen. Pero durante el periodo de embarazo, seguían caminando por las montañas durante diez horas al día portando pesadas mochilas», cuenta Martin-Chico.
Sin embargo, desde el anuncio del acuerdo de paz, se ha producido un «baby boom» en el que cerca de 300 excombatientes de las FARC se han quedado embarazadas. Al leer este suceso en El País, Martin-Chico decidió viajar a Colombia para verlo por sí misma. «En Francia, Colombia no tiene tanta relevancia en la prensa. Quería hablar sobre esta transición porque es el último ejército de guerrilla de Sudamérica y el que más tiempo ha estado activo», explica. En mayo de 2017, pasó dos semanas en tres campamentos de las FARC en Colombia.
Muchos de los combatientes con los que se encontró, hombres y mujeres, se alistaron siendo muy jóvenes, por lo que carecen de experiencia en el mundo más allá de los campamentos de la guerrilla. La historia de Hido es típica, como pudo comprobar Martin-Chico. «Cuando era un niño, su madre y tres de sus hermanos se ahogaron en un río cercano a su casa, por lo que él y su hermana se alistaron en las FARC. Desde entonces, se han desplazado cada dos o tres días y han vivido sin teléfono móvil y sin mascotas para no poder ser rastreados. En el campamento construían trincheras alrededor de sus tiendas a las que poder saltar y esconderse si eran bombardeados. En una ocasión, saltó a una trinchera con su novia pero esta fue alcanzada y finalmente murió. Tuvo que huir y encontrar otro campamento».
Para Martin-Chico, el enfoque en la maternidad ofrece un prisma a través del cual entender el renacimiento de Colombia. Cuando vuelva a finales de este año, tiene pensado seguir a las mujeres que conoció en su primer viaje para ver cómo se adaptan a este nuevo comienzo, tanto personal como social. «Mantenemos el contacto mediante Whatsapp y, cuando den a luz, me enviarán fotos», afirma Martin-Chico. «Espero estar ahí cuando las mujeres estén de parto e intentar entender cómo serán sus vidas en tiempo de paz».
Me gustaría estar el máximo tiempo posible y acercarme todo lo posible a la gente.
Al trabajar con una Canon EOS 5D Mark III y un objetivo Canon EF 35mm f/1.4L II USM, consigue un encuadre realmente inmersivo. «Me gustaría estar el máximo tiempo posible y acercarme todo lo posible a la gente. En mi primer viaje me quedé con una mujer en su tienda e incluso dormí en su cama. Viví con ella las 24 horas del día para intentar captar su intimidad». En esta historia, como a menudo puede comprobar cuando fotografía a mujeres en Oriente Medio, ser mujer es una ventaja. «Las mujeres me hablan sobre sus miedos durante el embarazo o sobre novios que fallecieron en la guerrilla».
El premio es vital para continuar con el proyecto. «El mercado del fotoperiodismo es precario», afirma. «Este premio me da la fuerza y la fe para continuar. Cada vez es más difícil ser fotoperiodista si no tienes otra fuente de ingresos. Necesitamos este tipo de reconocimientos; en primer lugar, es una motivación psicológica y, en segundo, es una ayuda económica crucial. Una revista puede darte dinero para contar una historia en cinco días pero esta historia no puede contarse en tan poco tiempo. Es duro trabajar en una historia de una manera tan profunda. Nunca dejé de intentarlo con la esperanza de este premio algún día. Estoy muy contenta, y muy agradecida».
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